Una nevada “única en una generación” en Estados Unidos no significa que no exista el cambio climático
¿Cómo se ha podido registrar una nevada histórica si las temperaturas globales están subiendo por el cambio climático?
A finales de diciembre de 2022, una intensa tormenta con nevadas de gran intensidad que los meteorólogos han designado como Elliott recorrió el largo y ancho de Estados Unidos, pasando desde los Grandes Lagos, cerca de Canadá, hasta el río Grande, que actúa como frontera natural entre México y Estados Unidos. Tal fue la magnitud del episodio que, según los meteorólogos, este tipo de tormenta ha sido “única en una generación”. Algunos personajes públicos han aprovechado la coyuntura para negar la existencia del cambio climático, alegando que, si las temperaturas globales son cada vez más altas, no deberían darse fenómenos que, como la tormenta Elliott, produzcan temperaturas mínimas de récord y valores de hasta 48 grados bajo cero.
Es una duda habitual pues, al fin y al cabo, el cambio climático está produciéndose principalmente debido al calentamiento global, provocado por el efecto invernadero que se produce tras la emisión de gases como el CO₂ —dióxido de carbono—, a la atmósfera.
Sin embargo, que tenga lugar una nevada de tal magnitud —o cualquier otro récord frío que suceda, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo— no invalida el hecho de que el cambio climático existe. Primero, porque este tipo de fenómenos se engloban dentro de lo que se conoce como tiempo atmosférico, es decir, eventos que ocurren un día en un momento determinado en una región concreta. Cuando hablamos de cambio climático, nos estamos refiriendo a una alteración del clima, es decir, del tiempo atmosférico a lo largo de una temporada —varias décadas— y en una zona amplia, típicamente una nación o región. Como dice el refrán, “el clima es lo que uno espera, y el tiempo es lo que recibimos”. De la diferencia entre uno y otro ya hablamos aquí.
Por otro lado, y tal y como indica a Verificat Rubén del Campo, meteorólogo y portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), “las nevadas intensas en Estados Unidos forman parte del clima invernal de aquel país, y también de América del Norte en general”, y suelen producirse sobre todo “en el entorno de la zona de los grandes lagos, donde se produce el 'efecto lago'”, que define como un fenómeno en el que una masa de aire frío “pasa por encima de esas masas de agua más templadas”, haciendo que la masa se humedezca considerablemente y dé lugar así a estas intensas nevadas.
El meteorólogo insiste en que “el cambio climático implica el calentamiento del planeta, y se está calentando en prácticamente todas partes, incluida América del Norte”, pero recuerda que eso no implica “que vaya a dejar de hacer frío y que vaya a dejar de nevar”, ya que, aunque suba algo la temperatura, no va a ser lo suficiente como para que dejen de producirse nevadas importantes.
La relación entre el vórtice polar y el cambio climático
Los climatólogos insisten en que el cambio climático no solo significa un incremento de la temperatura media global, sino también un incremento de la frecuencia y/o intensidad de fenómenos meteorológicos extremos, tales como olas de calor, huracanes, tormentas, etc. ¿Y las nevadas? Aunque existe cierto debate dependiendo de a qué tipo de nevadas nos refiramos y del lugar en el que se producen, las estimaciones publicadas por el Grupo Intergubernamental de Expertos del Cambio Climático (IPCC, en inglés), la entidad científica líder en la evaluación del cambio climático, ya indican que uno de los escenarios posibles para las próximas décadas es que las nevadas aumenten en intensidad en latitudes altas del hemisferio norte, concretamente en Asia oriental y del Norte, en América del Norte —sobre todo en Canadá— y en Groenlandia.
Del Campo explica que esta aparente “contradicción” se debe a que “llegamos al final del verano y al otoño con mucho menos hielo en el océano Ártico”, por lo que hay más cantidad “disponible de agua oceánica que se evapora”, produciendo así “también una mayor transmisión de calor desde el océano hasta la atmósfera”.
Por otro lado, los científicos también investigan el debilitamiento del vórtice polar —una amplia extensión de remolinos de aire frío que se encuentra estacionado en las regiones polares— en el hemisferio norte, cuya alteración reciente está detrás de la reciente tormenta Elliott. A día de hoy, existe un intenso debate sobre si el aumento de las temperaturas en el Ártico derivadas del cambio climático tiene que ver con este debilitamiento y, por ende, con la ocurrencia de nevadas de tal intensidad.
“Los vórtices polares […] cuando se debilitan, se conectan con el clima invernal extremo en Eurasia y Norteamérica”, indica la organización World Weather Attribution. Simplificándolo mucho, es como si la región del vórtice polar fuera una especie de congelador de la Tierra, que al calentarse, se abriese, mandando aire frío procedente del Ártico a las regiones del sur.
“Como el Ártico se está calentando más rápidamente que [las regiones] del sur, el cambio climático podría debilitarlos [a los vórtices polares] […] Sin embargo, hasta ahora, aunque existe evidencia de una corriente en chorro y SPV debilitados, no está fuera de las variaciones climáticas naturales”, concluye la organización.