Recibir desinformación depende más de tu búsqueda que del algoritmo personalizado del buscador
Los buscadores muestran los mismos resultados para todos, somos nosotros quienes deciden clicar uno u otro
Recientemente se ha publicado un estudio en la revista Nature llevado a cabo por las Universidades del Nordeste y de Stanford, ambas en Estados Unidos, que ha analizado el origen de la exposición a noticias partidistas o poco fiables cuando se realizan búsquedas en Google.
Tras seguir el consumo de información de unas 1.000 personas durante los períodos electorales estadounidenses de 2018 y 2020, las conclusiones de los investigadores son que esta exposición viene más determinada por la actividad del usuario (qué buscamos ya qué contenidos hacemos clic), que por una personalización del algoritmo del buscador. Dicho de otra forma, que lo que nos muestra Google depende de lo que le preguntamos nosotros, y no tanto de un algoritmo que enseña contenidos distintos para cada uno.
“Lo que sugieren nuestros hallazgos es que Google está mostrando este contenido de forma uniforme entre usuarios con diferentes opiniones políticas”, indicaba Katherine Ognyanova, coautora del artículo, en Phys.org. “La medida en la que la gente se compromete con estos sitios web, se basa en gran parte en la opinión política personal". Es cierto que a veces Google ofrece contenidos cuestionables, pero estos contenidos se muestran de forma similar a usuarios de perfiles diferentes.
Los buscadores responden lo que les preguntamos
El estudio encontró que la curación algorítmica de Google Search expone a sus usuarios a menos noticias partidistas de las que los usuarios eligen leer por voluntad propia, y también que un número relativamente pequeño de individuos finalmente consume noticias poco fiables, al menos por lo que hace al consumo que viene de este buscador.
Los buscadores nos enseñan información que responda a lo que le hemos preguntado, de forma bastante uniforme entre los usuarios que comparten rasgos lingüísticos y similares. Es decir, que si una persona que consume normalmente contenidos de un color político y otra que consume del color opuesto hacen la misma búsqueda en Google, el buscador les devolverá resultados muy parecidos. Pero a partir de ahí, es decisión de los usuarios de perfiles diferentes hacer clic en una página u otra, y, por tanto, consumir contenidos diferentes, en gran parte siguiendo sus orientaciones ideológicas.
Es cierto que los navegadores web disponen de mucha información sobre nosotros: dónde vivimos, qué nos gusta, nuestra edad, etc. Esto se debe a nuestras búsquedas anteriores o la localización desde donde hacemos una búsqueda. En este sentido, pueden ofrecernos un resultado parcialmente personalizado; por ejemplo, si buscamos un sitio donde comprar comida de perro, Google nos mostrará tiendas cercanas a nuestro domicilio o al sitio donde nos encontramos.
Pero el buscador no ordena las noticias según nuestro perfil, sino que lo hace en función de la relevancia del término que hemos buscado en la página y la popularidad (excepto publicidad pagada, que sale en primer lugar).
Más allá de eso, nos deja bastante libertad para elegir. Un ejemplo sencillo de comprobar: si hacemos una búsqueda sobre un partido político o sobre la guerra de Ucrania, sin introducir ningún término que nos posicione hacia una visión concreta del hecho, obtendremos unos resultados que serán más o menos los mismos que si hacemos la búsqueda en modo incógnito, donde no existe un registro de nuestras búsquedas habituales ni datos de nuestro perfil.
¿Qué ocurre con las redes?
En redes los contenidos son muy personalizados, a diferencia de lo que ocurre en los buscadores. Todos nos hemos encontrado con publicidad sobre los zapatos que queremos comprar y que hemos estado buscando, o con eslóganes que nos motivan a apuntarnos al post-grado que hace tiempo que nos miramos. Pero fuera de la publicidad, en las redes también tenemos bastante libertad para encontrarnos con opiniones distintas.
La idea de que las redes nos muestran sólo los contenidos que nos dan la razón viene del libro de Eli Pariser El filtro burbuja (Penguin Press, 2011), que defendía hace ya una década que las redes nos cierran en burbujas ideológicas, que consumimos únicamente lo que concuerda con nuestras opiniones y retroalimentamos nuestras creencias. Sin embargo, aunque sigue siendo una teoría muy extendida, once años después el conocimiento académico apunta en otra dirección.
Es verdad que construimos comunidades afines a nuestras redes sociales, como ya explicamos, pero actualmente no disponemos del conocimiento necesario como para afirmar que las redes sociales provocan polarización. De hecho, piensa en ti mismo: navegando por Twitter, seguro que más de una vez te has topado con tuits de partidos políticos con los que no te identificas. Y probablemente no sea porque les hayas ido a buscar expresamente.
Hay que “comer” de todo
De la misma forma que comemos una dieta variada y no sólo lo que nos gusta más para poder tener buena salud, la dieta informativa también debe ser variada: debe incluir tanto lo que queremos saber como lo que necesitamos saber, y no sólo lo que nos interesa.
De esta forma, esquivaremos los sesgos como el sesgo de confirmación, y seguramente aprenderemos cosas: es saludable escuchar otros puntos de vista distintos al nuestro para tener una perspectiva más completa del mundo, y es necesario trabajar la empatía hacia los que piensan diferente de nosotros.