¿Qué tiene de cierto la expresión “comer por los ojos”?
Analizamos con el IDIBELL el refranero catalán
¿Has tenido alguna vez ganas de probar todo lo que hay en el escaparate de un horno o en el menú de un restaurante? ¿Alguna vez te has llenado hasta derramar el plato de un buffet pensando que podrías terminártelo todo? Si te ha pasado esto, probablemente sea porque 'has comido por los ojos'.
Si bien es físicamente imposible llevar a cabo esta expresión, se utiliza para decir que alguien compra o pide más comida de lo que puede ingerir. Según la evidencia científica, tanto las propiedades sensoriales de los alimentos como su presentación o estética son capaces de modificar la conducta de los consumidores. ¡Te lo explicamos!
El sex appeal de los alimentos
"Es natural y saludable que los alimentos nos atraigan más o menos en función de su aspecto", explica Fernando Fernández-Aranda, especialista en psicología clínica y director científico del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) e investigador en trastornos de la conducta alimenticia. De hecho, la evidencia científica ha demostrado que el color y la estética de los alimentos puede tener un impacto relevante en la cognición y comportamiento de las personas a la hora de comer.
Las propiedades sensoriales como la textura, la apariencia o el olor de los alimentos, sobre todo de los ultraprocesados, están especialmente pensadas para ser atractivas para los consumidores y esta estrategia se utiliza para vender y atraer clientes. Además, los alimentos atractivos suelen ser percibidos como saludables —aunque no necesariamente lo sean—, y estudios como éste publicado por investigadores de la Universidad de Montclair y del Instituto Culinario de América, o este dudo a cabo por investigadores de las Universidades de Arizona y Yale, todos en Estados Unidos, apoyan que la presentación y la disposición de la comida puede afectar a la percepción y la atracción que los consumidores presentan por éstos.
Por tanto, la expresión es cierta: el aspecto de los alimentos es capaz de modificar nuestro comportamiento y, potencialmente, hacernos pedir o comprar más comida de la que podemos ingerir.
Trastornos de la conducta alimentaria
"El problema viene cuando hay más influencia de factores emocionales o psicológicos que sensación real de hambre", añade Fernández-Aranda. Esto sucede, por ejemplo, en el trastorno por atracón, uno de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) más frecuentes. Éste se manifiesta en episodios de ingesta voraz donde hay una sensación de pérdida de control sobre qué comemos. "Es entonces cuando […] la ingesta se da de forma patológica", expone el experto.
Puesto que estos trastornos pueden afectar a la salud física y mental de quien los padece, es muy importante ponerse en manos de un especialista, tal y como indican los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés) en su web, quien podrá recomendar el tratamiento más adecuado para cada caso.
Dieta saludable
El diseño de los ultraprocesados se hace teniendo en cuenta esta evidencia y, por tanto, éstos están fabricados para provocarnos atracción. Por otra parte, la mayor parte de las veces, a pesar de parecernos atractivos a la vista, las comidas ultraprocesadas incluyen el uso de colorantes e ingredientes de baja calidad y es por eso que hay que tener cuidado y no podemos guiarnos sólo por nuestra primera percepción a la hora de elegir los alimentos que ingerimos.
Aunque algunos alimentos como las frutas y las verduras a priori no parezcan tan seductores como otros, cabe recordar que mantener una dieta sana y equilibrada es esencial para nuestra salud, tal y como recuerda la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su web. "Es cierto que comemos por los ojos […] y podemos seguir haciéndolo, siempre y cuando la cosa no se nos vaya de las manos", concluye el experto.