Qué se ha descubierto (y qué no) sobre la rotación del núcleo de la Tierra
Se cree que el núcleo interno de la Tierra gira diferente al resto del planeta y que su velocidad varía cada cierto tiempo
Este lunes, 23 de enero, periódicos de todo el mundo publicaban la noticia de que una pareja de científicos de la Universidad de Pekín (China) había descubierto supuestamente que el núcleo de la Tierra “se había parado” o que, en concreto, estaba ralentizando la velocidad de su giro.
Las críticas a estos titulares por parte de la comunidad científica no han tardado en aparecer, así como tampoco lo han hecho los mensajes de personalidades con cierta presencia mediática, aprovechando la noticia para negar que el origen del calentamiento global actual está provocado por la actividad humano, algo demostrado hace décadas.
Pero ni los científicos del Instituto de Geofísica Teórica y Aplicada de la Universidad de Pekín han descubierto que el núcleo se esté parando como tal, ni tampoco hay evidencias de que este supuesto parón haya afectado al clima. Lo que han observado, según indican en el paper, es que se cree que el núcleo interno de la Tierra, situado a más de 5.000 kilómetros de profundidad, gira de manera diferente a la del resto del planeta, con velocidades que varían cada cierto tiempo.
¿Cómo lo han conseguido? Observando las ondas sísmicas que se producen tras la generación de ciertos terremotos en lugares del polo sur muy concretos, pero en diferentes momentos de la historia. O sea, han visto que seísmos que se registraban en el mismo sitio y se registraban en la misma estación, tardaban tiempos diferentes en llegar a las estaciones sísmicas dependiendo del año en el que se produjera en terremoto.
Simplificando mucho, y tal y como explica a Verificat Maurizio Mattesini, geofísico del CSIC especialista en la estructura interna de la Tierra, es que el núcleo —la capa más interna de nuestro planeta— “viaja básicamente a una velocidad muy parecida a la del manto —la capa inmediatamente superior—”, pero que “hay un pequeño desfase” y que en ocasiones “se adelanta un poquito, a veces se retrasa”.
Lo que Mattesini quiere decir es que el trabajo describe un patrón de velocidades que aumentan y disminuyen, y que ha habido momentos —concretamente el año 2009—, en el que han observado que el núcleo interno rota a la misma velocidad que el resto de la Tierra, lo que equivale a que, si alguien está sobre la superficie de la Tierra y esta está rotando, como el núcleo interno gira un poco más despacio, para la persona en la superficie es como si el núcleo no estuviera girando, o incluso pareciera que lo estuviera haciendo en la otra dirección.
Mattesini cree que el origen de este “alarmismo” puede estar en la publicación paralela al estudio de un reportaje en Nature, cuyo título es “¿Ha detenido el núcleo interno de la Tierra su extraño giro?”, lo cual ha podido dar lugar a malas interpretaciones.
Una hipótesis nada nueva (y por confirmar)
El hallazgo de los investigadores de China, publicado en Nature Geosciences, no es nuevo, sino que aporta mayor evidencia a la publicada ya por otro estudio en la misma revista en 2013 que sugería que la tasa de rotación del núcleo interno de la Tierra con respecto al manto varía con el tiempo, es decir, que unas veces gira más rápido y otras, más lento. A este fenómeno lo denominaron “la rotación aleatoria” (the shuffling rotation, en inglés).
Con los últimos datos obtenidos, lo que han descubierto los investigadores de Pekín es que, de promedio desde 1969, cuando comenzaron las mediciones sobre la rotación del núcleo terrestre, “la duración del día ha cambiado como máximo un milisegundo”, concluye Mattesini.
Con todo, todavía es pronto para sacar conclusiones del estudio porque se trata de una hipótesis sin confirmar. “Es un modelo a partir de unos datos y no hay consenso entre los científicos”, indica a Verificat Nahúm Méndez Chazarra, geólogo por la Universidad de Granada y divulgador científico. El científico insiste en que “hay que ser muy cautos en cuanto a las consecuencias de este ciclo, que a nuestra escala no son tan catastróficas como en algunos sitios parece decirse”.
“Se necesitarán algunos años para confirmar esta hipótesis, pero lo que sí podemos concluir [es] que el núcleo es más complejo de lo que pensábamos, posiblemente mucho más heterogéneo y tal vez tenga mayor influencia en superficie (además del campo geomagnético) de lo que se pensaba”, concluye el Instituto Geológico y Minero de España (IGEO-CSIC) en un hilo de Twitter.
Efectos potenciales en el clima
Partiendo de la base de que aún los resultados han de confirmarse, los efectos a escala humana son imperceptibles. “De existir, explicaría una variabilidad cíclica en la escala de las décadas en cuanto a duración del día, intensidad del campo magnético, quizás en algunos patrones climáticos… pero en absoluto tiene nada que ver con el calentamiento global, sino con oscilaciones cíclicas”, indica Méndez Charra.
En concreto, lo que los autores del estudio proponen es que esta pequeña variación causaría alteraciones en el campo magnético de la Tierra. Por tanto, el cambio climático actual nada tendría que ver con este fenómeno, al contrario de lo que sugieren algunos usuarios en redes sociales. Hay que recordar que más del 99% de los científicos que estudian el clima están de acuerdo en que el calentamiento se debe al efecto del ser humano debido a la emisión de gases de efecto invernadero.
El IPCC, o Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, la entidad científica líder en la evaluación del cambio climático, señala en su último informe para responsables de políticas que el papel del ser humano en este cambio climático es “inequívoco”. Junto al análisis publicaron una gráfica, la primera que aparece en el informe, que muestra qué habría pasado con las temperaturas si el ser humano no hubiese intervenido, y los resultados son claros: la influencia del ser humano es un debate superado dentro de la comunidad científica.