¿Qué sabemos y qué no de la nueva ola de viruela del mono (mpox)?
Te explicamos las claves tras la declaración de emergencia de salud pública de importancia internacional por parte de la OMS
Te explicamos las claves tras la declaración de emergencia de salud pública de importancia internacional por parte de la OMS
La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el 14 de agosto una emergencia de salud pública de importancia internacional por la viruela del mono, conocida científicamente como monkeypox primero y ahora como mpox. La razón, según la entidad, es el aumento de casos en los últimos días tanto en la República Democrática del Congo, foco del brote actual, como en un «número creciente» de países de África, y la posibilidad de que se extienda «fuera del continente». El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) considera que el riesgo para la población general en Europa es bajo, según informó en un comunicado.
La declaración de emergencia ha venido acompañada de desinformación tanto en lo que respecta a las implicaciones del comunicado de la OMS como en referencia a la forma en que el virus se transmite y la situación epidemiológica en España (es decir, el número de casos). ¡Te explicamos las características de la declaración y la enfermedad!
Origen de la viruela del mono
La viruela del mono es una enfermedad causada por el virus del mismo nombre, también conocido como monkeypox virus (o MPXV), que se identificó por primera vez en Dinamarca en 1958, cuando se produjeron dos brotes de una enfermedad similar a la viruela en colonias de monos destinadas a la investigación. De ahí proviene su nombre, aunque el reservorio natural del virus —los animales que suelen ser huéspedes y lo transmiten a otros individuos— no son los monos. De hecho, la comunidad científica aún no ha identificado cuál es su reservorio natural, pero sospecha que podrían ser pequeños roedores y otros mamíferos que se encuentran principalmente en las regiones boscosas de África central y occidental.
El primer caso humano conocido se registró en 1970 en la República Democrática del Congo. Desde entonces, la enfermedad se ha mantenido de forma endémica en estas regiones africanas, donde se concentró la amplia mayoría de casos hasta 2021, según este documento de la OMS. El contagio en otras zonas era residual.
La situación cambió en marzo de 2022, cuando un brote de nuevos casos de mpox llegó a Europa. En ese momento, el brote también generó desinformación, como algunos mensajes que intentaron relacionar la situación con las entonces nuevas vacunas contra la covid-19, una información falsa que ya desmentimos aquí. Otros mensajes, que carecían de contexto, aseguraban que se podía transmitir fácilmente tocando un patinete eléctrico, y que la candidata a vacuna española contra la covid-19 también serviría contra este tipo de viruela.
Incógnitas y certezas de la transmisión
Uno de los mitos más comunes sobre la viruela del mono es que se trata de una enfermedad que solo se contagia por contacto con fluidos corporales. El mecanismo de transmisión del mpox aún no se conoce con detalle, según reconoce la Organización Mundial de la Salud en su web. «Se necesita más investigación sobre cómo se transmite el mpox durante los brotes en diferentes lugares y bajo diferentes condiciones», explica el organismo. Aun así, establece que, generalmente, se requiere «un contacto estrecho con alguien que tiene mpox». Tanto la OMS como los Centros para el Control de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) diferencian cuatro vías principales de transmisión entre humanos:
- Contacto directo con las lesiones cutáneas o fluidos corporales de una persona infectada.
- Contacto prolongado cara a cara que permita la transmisión a través de gotas respiratorias grandes.
- Contacto estrecho, incluyendo contacto sexual, besos o abrazos.
- Contacto con ropa, sábanas u otras superficies contaminadas con el virus.
Aunque no se conoce con certeza, la transmisión de mpox de animales a personas no se puede descartar y podría haber contagios si un animal está infectado con el virus. Se desconoce si perros y gatos pueden contraer la enfermedad, según afirma la OMS en su web. También se desconoce si pueden existir personas que tengan el virus de forma asintomática, que puedan ser portadores o contagiar a otras personas, aunque algunos estudios han encontrado evidencia de esto.
La principal vía de contagio no es muy diferente de otras enfermedades como la viruela común (ya erradicada) o la varicela, que también se transmiten a través de ampollas que contienen el virus y pueden ser contagiosas mediante el contacto directo.
No es una enfermedad de la comunidad LGTBI+
Existe la falsa percepción de que la viruela del mono es una enfermedad de personas (de la comunidad) LGTBI+, especialmente hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres. Esta noción se ha extendido a raíz de los datos iniciales de los brotes de 2022 en Europa y América del Norte, donde un número significativo de casos se identificó en hombres que tenían relaciones sexuales sin protección con otros hombres.
La viruela del mono puede afectar a cualquier persona independientemente de su orientación y actividad sexual. La transmisión se produce mayoritariamente en contextos de contacto cercano e íntimo, pero esto no implica que esté limitada a una comunidad en particular, ni que el contagio sea solo posible a través del sexo. De hecho, más de la mitad de los 15.664 infectados este año con la enfermedad en la República Democrática del Congo son menores, y de los 548 muertos, 463 eran niños, según UNICEF.
¿Por qué la OMS ha declarado la emergencia?
La declaración de emergencia internacional del 14 de agosto es la segunda que la OMS activa en poco más de dos años. Ya lo hizo el 23 de julio de 2022, cuando el virus se propagó ampliamente fuera de las regiones donde tradicionalmente era endémico.
Estas declaraciones no se han hecho porque la viruela del mono sea una enfermedad con una alta mortalidad, como aseguran algunos mensajes virales, sino porque requiere una respuesta coordinada y urgente para prevenir una mayor diseminación y para asegurar que los sistemas de salud estén preparados para tratar los casos. Esto se desprende de la definición de la propia OMS, que reconoce que la acción tampoco impone ninguna obligación a los países, sino una serie de recomendaciones, que incluyen disponer de un registro de los casos y poder detectarlos. La OMS tampoco se ha planteado controlar las fronteras de los países afectados ni evitar la libre circulación de personas.
No ha habido un repunte de casos en España
Los casos que han aparecido y se han registrado en España no demuestran un aumento, como han asegurado algunas publicaciones virales. De hecho, el país no acumula más casos que en años anteriores, y los síntomas de la enfermedad siguen siendo muy similares, como ilustra el informe de la situación epidemiológica sobre los casos de mpox en España.
En España se registraron 7.521 casos en 2022, mientras que en 2023 hubo 319 contagios. En 2024, hasta el momento se han registrado 260, según datos del Ministerio de Sanidad. Junio y julio han sido los meses con menos casos del año, con 14 y 3, respectivamente. El país aparece entre los más afectados por la enfermedad de la OMS porque el organismo acumula los registros desde el brote de 2022, pero los contagios actualmente son mucho más reducidos que entonces, como muestran los registros históricos.
El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés), considera en este comunicado que el riesgo para la población general en Europa es bajo. En cualquier caso, se pide aumentar la prudencia de las personas que viajen a las zonas más afectadas, donde la enfermedad es endémica, ya que el riesgo de que se importe algún caso es alto, aunque su transmisión en Europa es muy baja, según se afirma en este comunicado.
El Departamento de Salut de la Generalitat de Cataluña también ha descrito las recomendaciones para la vacunación contra la mpox, que se centra en personas mayores de edad que tienen relaciones sexuales de riesgo.