¿Qué sabemos sobre el impacto en la productividad de la reducción de jornada laboral?

Hay debate sobre la definición y cálculo de la productividad

Hay debate sobre la definición y cálculo de la productividad

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¿Qué se ha dicho?

Que reducir la jornada laboral incrementa la productividad de los trabajadores.

¿Qué sabemos?

Hay debate entre expertas porque la definición de lo que se entiende como productividad es muy amplia.

​​La portavoz adjunta de Sumar en el Congreso de los Diputados, Aina Vidal, ha dicho en una entrevista en el programa Cafè d’Idees (minuto 15:56) que reducir la jornada laboral incrementa la productividad, una tesis sustentada por el gobierno español, que quiere aprobar la reducción de la jornada laboral (de 40 a 37,5 horas el 2025 y a 35 horas el 2026). Este argumento genera debate entre las voces expertas que apuntan a la abstracta definición del término ‘productividad’ y las diversas maneras que existen para calcularla. ¿Trabajar menos aumenta la productividad, o es el aumento de la productividad el que lleva a trabajar menos horas?

«Cuando reducimos la jornada laboral incrementa la productividad de los trabajadores»

Aina Vidal, Portavoz adjunta de Sumar en el Congreso

Los indicadores de productividad se acostumbran a dar por persona empleada y hora trabajada. Las estadísticas de Eurostat no siempre relacionan los países en que la jornada media es menor, con los más productivos. España, con 36,4 horas (la cifra es menor a la jornada laboral establecida por ley en todos los países por la presencia de los contratos temporales), tiene una jornada laboral media por encima de la europea, mientras que su productividad es un poco inferior. Todos los países que están por encima de España en términos de productividad, como por ejemplo Irlanda o Luxemburgo, tienen jornadas laborales más largas.

Escenarios ante la reducción de jornada

El gobierno español ha usado el informe Reactivar el crecimiento ampliamente compartido de la productividad el España, un análisis del estado de la cuestión y una comparativa con otros países de la OCDE, como apoyo para el desarrollo de las medidas propuestas por el Ministerio de Trabajo y Economía Social.

La investigación consultada por Verificat no ha encontrado ningún consenso sobre las consecuencias de la reducción de la jornada laboral. En un artículo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) varios expertos afirman que una “reducción artificial” (o legislada) de la jornada laboral como la que plantea el gobierno puede aumentar la productividad: al trabajar menos horas, los trabajadores están obligados a ser más productivos. Esta tesis también la defiende un estudio reciente, aunque destaca que probablemente habría que contratar más personal para mantener el ritmo productivo anual de las empresas. Esto contribuiría a reducir el paro estructural, aseguran, pero tendría algunos costes añadidos para cada entidad que el Consejo General de Colegios de Gestores Administrativos de España ha cifrado en 15.300 millones de euros. Estos expertos sugieren que este coste lo tendría que asumir el Estado, al menos de entrada.

Rafael Doménech, catedrático de Análisis económico de la Universitat de València, defiende por su parte que es el aumento de la productividad el factor que permite trabajar menos horas y, por lo tanto, rebajar la jornada laboral “de manera natural”. En un comunicado en el web de la Fundación BBVA, donde dirige el departamento de análisis económico, cita un estudio de la misma entidad, no indexado en ninguna revista académica, según el cual la medida, como actualmente no deriva de un aumento de la productividad probado, “implicaría un aumento de los costes laborales equivalente al 1,5% del PIB”. Añade que, sin ayudas estatales, esto se traduciría en un aumento de la tasa de paro de unas “8 décimas más cada año” porque las empresas se concentrarían en su actividad más productiva, minimizando los gastos del resto.

¿Y si no pasa nada?

Pero también podría ser que no pasara nada de nada. Así lo explica a Verificat Juliet Schor, economista, profesora de Sociología en Boston College y autora de uno de los estudios más citados sobre la reducción de la jornada laboral. “Pasar [de 40] a 37,5 horas es una reducción pequeña, muy fácil de absorber sin pérdidas de productividad” en el cómputo anual. La clave, tal como muestra su trabajo (que no contó con un grupo control de trabajadores que mantuvieran la cantidad de horas previa a la intervención) es que exista un periodo de adaptación para identificar procesos que se podrían optimizar. Por ejemplo, limitar las reuniones y convertirlas en correos electrónicos.

Schor afirma que “la reducción de la jornada laboral acostumbra a llevar a resultados decepcionantes en cuanto a crecimiento de la ocupación. La mayoría los estudios económicos asumen que se puede recuperar alrededor de la mitad de la productividad, sin ampliar el equipo. A la práctica se compensa todavía más”.