Por qué los informes del IPCC son los documentos más fiables que existen sobre el cambio climático

Es un organismo desconocido para buena parte de la sociedad, pero los documentos que publican son referenciados por expertos de todo el mundo


¿Qué se ha dicho?

Que el IPCC, el grupo de expertos del cambio climático más reconocido a nivel mundial, es un chiringuito de político o que sus científicos están comprados.

¿Qué sabemos?

El IPCC es un organismo independiente del que forman parte científicos de todo el mundo vinculados al clima, y que además goza de la mayor autoridad cuando se trata de abordar aspectos sobre este tema.

"Chiringuito de políticos", científicos que "están comprados", un grupo con "enorme corrupción", un director que es "un petrolero"… Estas son algunas de las afirmaciones que vierten diversos pódcasts de desinformación climática respecto al IPCC, o Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, la entidad científica líder en la evaluación del cambio climático. 

Estas afirmaciones incrementan la desconfianza sobre este organismo cuyo cometido es evaluar el grado de certeza de los estudios relacionados con el cambio climático para facilitar el trabajo de los responsables políticos para que puedan tomar decisiones basadas en la evidencia científica. Más de 1.100 expertos y expertas forman parte de este consorcio y su función es confeccionar informes que determinen el grado de evidencia y de confianza en torno a diferentes aspectos relacionados con la ciencia climática para ofrecer una visión global. 

El IPCC se formó "para entender el cambio climático, sus repercusiones y riesgos futuros, así como las opciones que existen para adaptarse al mismo y atenuar sus efectos", según indica su web. Es decir, que el trabajo del IPCC no consiste en hacer investigaciones propias, tal y como indica el propio grupo, sino en publicar informes donde se exponen tanto conocimientos ya consolidados —es “inequívoco” que el ser humano ha influido en el actual cambio climático— como temas que continúan siendo objeto de estudio, como el papel del urbanismo en la adaptación climática. 

Para explicarlo de forma más sencilla, su actividad consiste en hacer una evaluación al estilo de los metaanálisis o revisiones sistemáticas, es decir, recopilando toda la evidencia científica disponible sobre un tema para evaluar el grado de evidencia —cuántos estudios al respecto de un tema hay— y confianza respecto a este —cuántos de esos estudios dan lugar a la misma conclusión—.

Un organismo desconocido

El IPCC fue creado en 1988 por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), y se estructura en tres grupos de trabajo, cada uno de los cuales investiga sobre un área concreta: las bases físicas del cambio climático (WGI, en inglés); sus impactos, adaptación y vulnerabilidad (WGII) y avances sobre la mitigación (WGIII). Cada uno de ellos publica un informe cada 2-3 años, con capítulos que son redactados por entre 10 y 20 científicos de referencia en sus campos. 

La elaboración de los capítulos no siempre es igual, sino que “depende de los autores del equipo y de cómo trabajen juntos”, indica a Verificat Anna Pirani, líder del Grupo de Trabajo I del IPCC, encargado de evaluar la ciencia física del cambio climático. La experta destaca que las conclusiones que se extraen de cada debate, en los que los científicos plantean preguntas o cuestionan una afirmación concreta basada en los estudiosm no parten de que “cada autor tenga que proporcionar una declaración”, sino que lo hacen de forma conjunta, esto es, buscando el máximo consenso entre ellos

Al final, de lo que se trata es de que el grupo de trabajo de cada informe consulte conjuntamente “la literatura relevante” disponible sobre el asunto para luego discutir sobre ella y “llegar a una declaración de evaluación”, indica Pirani. 

El primer borrador y la edición en abierto

Tras la confección del informe se publica el primer borrador, conocido como segundo anteproyecto de informe. Es en este punto donde cualquiera que se postule para revisar el informe puede hacerlo, tal y como indica en un entrevista Eloy Sanz-Pérez, profesor titular de la del departamento de Tecnología Química, Energética y Mecánica de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), en Madrid, y revisor experto del último informe del IPCC: “El proceso de revisión es abierto, prácticamente […] cualquier persona con conocimiento acreditable sobre el tema es aceptada como revisor”.

Posteriormente, estas declaraciones se sintetizan en resúmenes cuyo borrador es enviado junto al segundo anteproyecto del informe (es decir, un resultado del primero con las modificaciones planteadas por los revisores expertos) para ser examinado tanto por gestores y representantes políticos, como, de nuevo, los revisores expertos. 

A la hora de revisar, los expertos y los gobiernos hacen comentarios que “tienen que pasar por el filtro de los editores, y los editores deben responder uno a uno a esos comentarios, aunque sean una chorrada”, añade Sanz. Tanto los comentarios como las respuestas de los editores pueden ser consultados en su página web

¿Quién está dentro del IPCC?

La selección de los candidatos la hacen los gobiernos que forman parte de las Naciones Unidas y las organizaciones observadoras del IPCC —entidades sin ánimo de lucro calificadas para tratar los temas abordados por el IPCC, y seleccionadas por el mismo organismo — y son escogidos posteriormente en función de sus conocimientos. Dentro del grupo, el perfil de los profesionales es variado. Los grupos de autores también pueden incluir a expertos de la industria y de organizaciones sin ánimo de lucro que aportan “una perspectiva valiosa”, señala la organización, a la evaluación. 

Según señala el organismo, tratan de tener un balance muy equilibrado tanto en el número de mujeres y hombres que compone el grupo como en los diferentes grados de experiencia en la elaboración de informes, puntos de vista, antecedentes científicos y nacionalidades. Si bien es cierto que “la diversificación de los autores del IPCC cada año ha sido mucho mejor”, según indica a Verificat Vanesa Castan, experta en Urbanismo Climático de la Universidad de Sheffield (Reino Unido) y miembro del WGII, en el grupo sigue habiendo “muchas desigualdades”. La actividad de estos expertos es voluntaria y no reciben ningún tipo de aportación económica. 

No hay certezas absolutas, solo probabilidades

En general, los resultados de los ensayos climáticos son probabilísticos, y manejan un nivel alto de incertidumbre. Eso quiere decir que en sus análisis no determinan si algo va a ocurrir o no, sino cuál es la probabilidad de que esto ocurra. Por eso, en algunos párrafos del informe se puede leer palabras como virtualmente seguro (virtually certain) —entre un 99 y 100% de probabilidad de que ocurra— o excepcionalmente improbable (exceptionally unlikely) —entre un 0 y un 1% de probabilidad de que ocurra—. 

En el análisis, los autores también determinan el grado de confianza respecto a los resultados de los diversos estudios, así como el grado de acuerdo de la comunidad científica basándose además “en la cantidad de evidencia que hay sobre el tema”, tal y como indica a Verificat Elena López-Gunn, geógrafa especializada en mitigación climática y parte del WGIII. 

“No puedes tomar un simple artículo”, indica Sanz. “Lo que se suele hacer, y es así como se presenta el resultado, es ver cuánto cuerpo de trabajo hay sobre un tema, es decir, cuántos artículos hay sobre esto” para responder a la pregunta sobre si la evidencia es limitada, media o sólida respecto a cada asunto.

Además de la cantidad de temas, los expertos también miden el consenso sobre un asunto pues “no es lo mismo que haya 100 artículos y que los 100 digan lo mismo, a que haya 100, pero solo 50 digan una cosa, y 50 la contraria”, porque ahí, subraya el experto, “por muchos que haya, si tienen un nivel de acuerdo bajo, las conclusiones no tienen un nivel de confianza muy importante”. 

Por ejemplo, el consenso respecto a que las actividades humanas han llevado a un aumento de las temperaturas globales medias es prácticamente total, mientras que otros asuntos como la definición de conceptos como sequía, al tratarse de un concepto relativo, o urbanismo, que son aún objeto de debate dentro de la comunidad científica. 

También ocurre con frecuencia que, “cuando hay algo muy polémico, al final lo que pasa es que se quita del informe”, indica Castán, porque “si es polémico, será porque no hay suficiente evidencia”. 

Pirani concluye que la confección de los informes es un proceso “lento, porque tiene que ser robusto”, por lo que la buena noticia es que “cuando terminas, tienes un documento que es extremadamente poderoso, porque ya no hay discusión de las conclusiones. Y es así como el IPCC lo ha estado haciendo durante 30 años”, convirtiéndose en la entidad de referencia sobre cambio climático y siendo referenciada por multitud de autores en sus estudios sobre el tema.