No hay evidencia de que chascarse los dedos sea perjudicial para las articulaciones
Ni incrementa el riesgo de osteoartritis, ni supone ningún riesgo para la salud (cuando se practica de forma puntual)
¿Qué se ha dicho?
Que chascarse los dedos (o en general, cualquier articulación) puede desembocar en problemas articulares como osteoartritis.
¿Qué sabemos?
No existe evidencia científica de que realizar esta práctica tenga ningún efecto perjudicial en la salud de las articulaciones, aunque la investigación al respecto es limitada. El sonido que se oye al chascarse las articulaciones resulta de las burbujas de aire que se acumulan en el líquido articular.
Nos habéis enviado un WhatsApp (al +34 666 908 353) preguntándonos si “petarse los dedos es perjudicial para la salud”. De hecho, la creencia popular de que esta práctica incrementa el riesgo de artritis, una supuesta vinculación que han abordado decenas de vídeos de Youtube, ha motivado la investigación científica para dilucidar los riesgos asociados.
La evidencia, limitada, no ha encontrado que chasquear las articulaciones de forma intencionada, ya sea de los dedos o de cualquier otra parte del cuerpo, incremente el riesgo de osteoartritis —el tipo más común de artritis—, y no ha podido vincular la costumbre con ningún riesgo para la salud en personas sanas cuando se practica "de forma razonable", es decir puntualmente a lo largo del día. El origen del sonido no es la fricción entre superficies, sino que lo causan las burbujas de aire que se acumulan en el líquido articular.
Artritis: del mito a la realidad
La costumbre de chascarse los dedos se ha vinculado tradicionalmente con un mayor riesgo de desarrollar artritis, pero esta creencia popular, de la que no hemos podido encontrar el origen, no está avalada por la investigación científica, tal y como indican la Universidad de Harvard y el centro de artritis de la Universidad Johns Hopkins, ambas en Estados Unidos.
La evidencia es, sin embargo, limitada. Los estudios se han centrado en comparar la incidencia de osteoartritis, la forma más común de artritis, en grupos de personas que se tronan los dedos de manera habitual y otros que no. Ninguno de ellos ha encontrado ninguna asociación entre ambos factores, pero los trabajos siempre han contado con un número limitado de participantes (300 y 215 los más amplios) o se han basado en la memoria y el testimonio de las personas estudiadas, hecho que puede sesgar los resultados, tal y como explicamos.
El estudio del mito ha dejado la historia curiosa de Donald Unger, un alergólogo que chasqueó sólo los dedos de su mano izquierda al menos dos veces al día durante 50 años, dejando los de la derecha sin hacerlo para poder comparar qué ocurría en ambos casos. El médico compartió sus resultados, según los cuales no experimentó ninguna diferencia aparente entre ambas manos, en una carta al editor de la revista Arthritis & Reumathology en 1998, lo que le hizo ganar el Ig Nobel de Medicina el 2009, un premio satírico en la comunidad científica.
Sin embargo, hay que diferenciar el sonido del chasquido del de la crepitación, que ocurre cuando la articulación produce un ruido “como si fuera un velcro que se despega, o un fuego cuando crepita”, explica en conversación con Verificat Marcos Paulino, presidente electo de la Sociedad Española de Reumatología (SER) y jefe de servicio hospital General Universitario de Ciudad Real. Este fenómeno sí es un indicativo de una pérdida de cartílago y el consiguiente rozamiento entre dos huesos, e “indica que puede desarrollarse con el tiempo una artrosis”.
Una costumbre segura desde la racionalidad
“No hay ninguna evidencia de que esto [hacer petar los dedos] produzca ningún tipo de lesión en la articulación”, sentencia Paulino, de la SER. Un trabajo de 1990 sugirió que el hábito podía llevar a perder fuerza en la mano y causar inflamación, pero la conclusión fue criticada en una carta al editor por no demostrar causalidad, y refutada por un trabajo posterior que llegó a resultados opuestos.
"Si lo haces de manera racional no tiene mayor importancia", precisa el experto, pero "cualquier cosa llevada al extremo es mala". Sería necesaria una costumbre “obsesiva”, estarlo haciendo continuamente a lo largo del día, para que “pueda llegar un momento en el que tengas más riesgo de que un ligamento se quede más laxo, o que la articulación se vuelva un poco más inestable”, concluye Paulino.
Otro riesgo es forzar la articulación en exceso: una revisión de la literatura científica publicada en 2018 encontró dos casos en los que dos pacientes sufrieron lesiones en los tendones y en los ligamentos respectivamente por forzar el chasquido.
Burbujas de gas
Las conclusiones son generalizables en cualquier articulación, porque el mecanismo a través del cual se produce el sonido, que lleva estudiándose más de 100 años, es el mismo. Las articulaciones están llenas de líquido sinovial, un espeso fluido que minimiza el rozamiento entre huesos. El líquido tiene disuelta una mezcla de gases (principalmente nitrógeno y dióxido de carbono), que forma burbujas al estirar la articulación, y estas, a su vez, causan el chasquido.
La cuestión que queda por resolver es si es la formación de las burbujas o su explosión la que produce este sonido característico, aunque "desde el punto de vista científico no nos resulta interesante", apunta el presidente electo de la SER, dado que "son sonidos fisiológicos que no tienen significado patológico".