Marta Cambronero: “La respuesta la van a tener, sobre todo, los propios jóvenes”

Espacios, comunidades digitales, discurso de odio y jóvenes: hablamos con Marta Cambronero sobre la manósfera, …

Espacios, comunidades digitales, discurso de odio y jóvenes: hablamos con Marta Cambronero sobre la manósfera, …

Un grup de persones assegudes al voltant d'una taula de fusta a l'aire lliure, cadascuna sostenint un telèfon mòbil amb la pantalla apagada o brillant.
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Espacios, comunidades digitales, discurso de odio y jóvenes: hablamos con Marta Cambronero sobre la manósfera, las plataformas y las redes como medio del debate público. Marta Cambronero es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y, con un Máster en Sociedad de la Información y el Conocimiento por la UOC, ha centrado su investigación en la identidad anónima en los nuevos medios. Actualmente, cursa el doctorado en Tecnopolítica dentro del programa Communication Networks & Social Change en el IN3-UOC, donde analiza las estrategias de respuesta a los discursos de odio en línea impulsadas por activistas digitales.

¿Cómo crees que estas plataformas han influido en la propagación de discursos de odio entre los jóvenes, especialmente en comunidades como la manosfera?

Las plataformas de redes sociales crecieron mediante la promesa de que en ellas encontraríamos un espacio digital seguro para mantener contacto con nuestros familiares y amigos y para encontrar a personas con intereses afines. Pese a los esfuerzos que ponen en la moderación de contenidos, exigidos por ley, en pocos años se han convertido en espacios hostiles donde se tolera más violencia de lo que la mayoría de gente querría. 

Los motivos son múltiples, pero hay dos que creo destacan. Por un lado, la propagación de discursos de odio interesa a algunos movimientos políticos que fabrican enemigos públicos sobre los que nos proponen que descarguemos las frustraciones provocadas por las disfunciones del sistema político y económico. Por otro lado, está el sistema de recomendación de contenido, que involucra no solo a los algoritmos, sino también a la industria de la publicidad programática, en la que hay implicada multitud de actores. Quienes tienen un interés político en propagar discursos de odio están aprovechando el funcionamiento del sistema de recomendación de contenido para que sus ideas aparezcan en las pantallas de la gente. 

A este carro se han sumado además creadores de contenido que han visto que pueden monetizar contenidos de este tipo (es decir, ganar dinero con ellos). La moderación de contenidos pone límites que los creadores de contenidos de odio van aprendiendo a sortear, aprovechando esa zona gris en que los discursos de odio están protegidos por la libertad de expresión (cuando no se deriva de ellos una amenaza directa sobre sujetos concretos, por ejemplo). De esa manera, mantienen su actividad fundamental y su objetivo, que en la actualidad se orienta sobre todo a desmontar los avances del feminismo y a promover la xenofobia

Hay que tener en cuenta que lo que hoy se llama manosfera comenzó en foros muy específicos, que no eran accesibles para el gran público. Allí se traspasan los límites mucho más. Lo que ha sucedido con la normalización de los discursos de odio en las plataformas es que han contribuido a abrir la puerta hacia esos foros más extremistas, donde los jóvenes pueden encontrar discursos de odio mucho más radicales.

Las redes sociales han transformado la manera en que los jóvenes participan en el debate público. ¿Crees que estas plataformas han facilitado su acceso a la conversación política o han contribuido a la polarización?

Cuando mi generación éramos los jóvenes de la sociedad, la aparición de las redes sociales sirvió para canalizar el descontento ante las crisis económicas y políticas de ese momento, dando como resultado movimientos como el 15M y todo lo que siguió. En ese sentido, se puede afirmar que sí facilitaron el acceso de los jóvenes a la conversación política. Sin embargo, las redes sociales que se encuentran los jóvenes de hoy en día son diferentes. Por un lado, hay muchos más actores involucrados en estos espacios. Hay infinidad de nuevos medios de comunicación digitales, e incluso nuevos tipos, como los creadores de contenido o influencers. Además, los movimientos políticos reaccionarios y vinculados con los intereses de las élites socioeconómicas también han aprendido a sacar provecho de estas herramientas para promover sus ideas. 

Por otro lado, las propias plataformas de redes sociales se han convertido en actores políticos, lo que se ha visto por ejemplo con la compra de Twitter por parte de Elon Musk o con los cambios en las políticas de moderación de contenidos de Facebook coincidiendo con el cambio de gobierno en los Estados Unidos. Esto significa que no son los espacios neutrales que un día aparentaron ser y que los jóvenes podían aprovechar para poner en la agenda pública los problemas sociales que les preocupan. 

Sobre la polarización, decir que algunos estudios han  demostrado que el diseño, los mecanismos de distribución de contenidos y la cultura interactiva de cada plataforma de redes sociales son factores que influyen en que la conversación acabe siendo más o menos polarizada. Por todo lo dicho, las redes sociales, pese a su prometedor inicio, en la actualidad parecen actuar más como impedimento que como facilitador de la conversación política

Las redes sociales han permitido la emergencia de nuevas formas de activismo juvenil, pero también han sido el caldo de cultivo de discursos de odio. ¿Cómo crees que los jóvenes pueden diferenciar entre discurso crítico y discurso de odio en estos espacios

Es una muy buena pregunta porque es una cuestión fundamental a resolver. Lo que he visto en mi investigación doctoral es que los discursos de odio están siendo promovidos de manera interesada para garantizar que cualquier potencial de utilizar las redes sociales para la discusión política, ya mermado de por sí, se acabe diluyendo. Ante esto, cada vez están surgiendo más voces que animan a buscar refugio en redes sociales alternativas a las de las grandes plataformas, donde los discursos de odio no se toleran y, por tanto, no permean en la conversación.

«Quienes emiten discursos de odio los elaboran de tal manera que superponen, en una misma frase, ideas de odio con otras ideas que pueden suponer una crítica política legítima»

Marta Cambronero

Pero hay otro problema, que es al que apunta esta pregunta: quienes emiten discursos de odio los elaboran de tal manera que superponen, en una misma frase, ideas de odio con otras ideas que pueden suponer una crítica política legítima. Esto significa que mantener una táctica pura de evitación de discursos de odio para todos los casos podría acabar mermando las prácticas de crítica política. La tarea que tenemos para superar esta limitación creo que va por aprender a aislar la intención maliciosa del discurso de odio de todo lo demás. 

En el caso de la lucha contra la desinformación, las tácticas de debunking o exposición preventiva a noticias falsas parecen prometedoras para mejorar la capacidad de las personas de discernir entre contenidos veraces y falseados. Creo que es de interés avanzar por esta línea también en relación a los discursos de odio. En la práctica, esto pasaría por aprender a identificar el discurso de odio implícito en un enunciado, aislarlo y ver cuál es el problema real que queda, sobre el que se puede discutir políticamente si se mantiene el respeto hacia el resto de interlocutores. Es más fácil decirlo que hacerlo, entre otras razones porque los discursos de odio están íntimamente ligados a los afectos, que son muy fáciles de agitar en las redes sociales. En cualquier caso, la respuesta la van a tener sobre todo los propios jóvenes. Veamos con qué nos sorprenden.