Los artículos que alertan de que más del 82% de las embarazadas vacunadas sufrirán abortos se basan en un estudio erróneo

Los artículos que lo alertan se basan en un estudio erróneo


¿Qué se ha dicho?

Corren rumores en Internet que indican que hay evidencia científica de que entre el 82 y 91% de las embarazadas de menos de 20 semanas sufrirán abortos espontáneos.

¿Qué sabemos?

Es un dato falso. Estas cifras están sacadas de un artículo erróneo que se basa, a su vez, en otro publicado en una revista científica, sobre el cual sus autores ya han rectificado.

Está circulando por redes un artículo en el que se afirma de forma tajante que "del 82 al 91 porciento de las embarazadas vacunadas sufrirán abortos espontáneos si el feto tiene menos de 20 semanas", y enlazan a un documento con aspecto de estudio científico llevado por científicos de Nueva Zelanda que llegan supuestamente a esta conclusión tras unos cálculos matemáticos. Sin embargo, es una información FALSA: las cifras de este documento están basadas en un estudio que fue rectificado posteriormente por sus autores, pero el artículo que nos habéis hecho llegar ni siquiera ha sido publicado en una revista científica. La evidencia científica más reciente muestra que el riesgo de aborto en el primer trimestre no aumenta por la vacuna. 

Del 82 al 91 porciento de las embarazadas vacunadas sufrirán abortos espontáneos si el feto tiene menos de 20 semanas

Sobre cuál puede ser la influencia de las vacunas en las embarazadas se ha hablado muchísimo, y aunque a día de hoy en España la vacunación está indicada para este grupo, todavía circulan rumores en Internet en los que se cuestiona la seguridad de las inyecciones

El último de estos rumores, que nos habéis hecho llegar a través de nuestro servicio de WhatsApp, asegura que entre el 82 y el 91 por ciento de las embarazadas dentro del primer trimestre “sufrirán abortos espontáneos”. Basan sus conclusiones en un documento con aspecto de estudio científico que adjuntan en el artículo, y que ha sido realizado por el Institute for Pure and Applied Knowledge (IPAK), un centro ubicado en Pensilvania (EE UU), y cuyo CEO ha sido verificado en otras ocasiones por otras agencias de fact-checking

El documento original de donde salen los datos erróneos fue publicado en junio de 2021 en The New England Journal of Medicine y rectificado posteriormente en octubre: “El estudio inicialmente se ideó para ayudar a los profesionales de la salud y las personas embarazadas a tomar decisiones informadas respecto a la vacunación, básicamente porque las mujeres embarazadas no formaron parte de los ensayos clínicos”, indica a Verificat Tom Shimabukuro, doctor en medicina, director adjunto de la Oficina de Seguridad de Inmunización de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) de los Estados Unidos, y líder del estudio que critican los científicos australianos. “El paper ya fue retractado (aquí), una acción que ya habla por sí misma”, concluye.

El motivo de esta corrección fue que los científicos apenas incluyeron casos de embarazadas vacunadas durante las primeras 20 semanas de gestación: “En ese documento, la mayor parte de las embarazadas que habían recibido la vacuna estaban de segundo y tercer trimestre, y había muy pocas de primer trimestre”, resume a Verificat Anna Suy, responsable de la sección de Obstetricia del Hospital Universitario Vall d’Hebron (Barcelona). ”Inmediatamente después de ese artículo salieron otros criticando la metodología para calcular la tasa de abortos en ese grupo de pacientes, puesto que el denominador era erróneo”, concluye. 

La evidencia científica sugiere que no hay mayor riesgo de aborto

Tras las quejas recibidas, los CDC incluyeron en octubre también en el estudio (un mes antes de que saliera el estudio de IPAK) a un total de 2.456 mujeres que habían recibido alguna dosis de una vacuna de ARNm justo antes de la concepción o dentro de las 20 semanas de gestación. La tasa de riesgo estimado de aborto (14,1% en general y 12,8% en análisis estandarizados por edad) es “consistente con el riesgo de aborto espontáneo registrado en la población general”. 

Además, en septiembre se publicó otro análisis, esta vez en la Journal of the American Medical Association (JAMA), en el que otro equipo de científicos también comparó al grupo de mujeres embarazadas que habían recibido la vacuna con las que no, para haber si existía alguna diferencia respecto a la tasa de aborto. Para ello, recopilaron datos de aproximadamente 105.000 pacientes que estaban en las primeras etapas de su embarazo (hasta la semana 19) entre diciembre de 2020 y junio de 2021. 

Sus conclusiones fueron que las vacunas de ARNm administradas durante el embarazo no aumentaron el riesgo de aborto espontáneo.

IPAK y el movimiento antivacunas

Al igual que las agencias de fact-checking y verificación se van especializando, también lo hacen las organizaciones, empresas y sujetos que se dedican a desinformar. Ya hemos hablado alguna vez de la existencia de revistas depredadoras, publicaciones no oficiales con estudios que no han sido revisados por pares que sirven para darle un aura de credibilidad a las desinformaciones que circulan en la red. Estas publicaciones viven del pago que hacen los autores de los estudios para que las publiquen, pero las editoriales no se molestan en validar si tales ensayos son correctos o no.

En el caso que nos ocupa, se trata de una organización real dedicada a sacar artículos independientes bajo su marca. Estos artículos no son necesariamente estudios, sino comentarios o análisis con una apariencia y una estructura idéntica a la que presentan los papers científicos clásicos. 

El nombre de tal organización es Institute for Pure and Applied Knowledge (IPAK), un grupo privado con sede en Pensilvania (EE UU) cuyo director, James Lyons-Weiler, ya ha aparecido en algunos artículos de las agencias de verificación PolitiFact y FactCheck. Este científico se ha dedicado a difundir información engañosa sobre la covid-19 y lo hacía sobre las vacunas en general desde hace años. De hecho, sus declaraciones, relacionadas en otra ocasión por el origen del SARS-CoV-2, también han sido desmontadas por grupos de investigación, que han hecho público su desacuerdo con el CEO en publicaciones científicas oficiales.