La gráfica climática del palo de hockey, que representa un aumento de las temperaturas sin precedentes a partir del siglo XX, es fiable
En todas las reconstrucciones posteriores se concluye que desde hace 150 años las temperaturas no han dejado de aumentar
¿Qué se ha dicho?
Que la gráfica conocida como el palo de hockey —la cual documenta un aumento de las temperaturas sin precedentes a partir del siglo XX— está manipulada, ya que, supuestamente, no representa de forma adecuada episodios anómalos en las temperaturas como el Óptimo Climático Medieval —también llamado Período Cálido Medieval— y la Pequeña Edad de Hielo.
¿Qué sabemos?
La primera versión de dicha gráfica, que data del 1998, sí tiene en cuenta el impacto de la Pequeña Edad de Hielo —época de temperaturas anormalmente bajas entre el siglo XIV hasta mediados del XIX— porque llega hasta el año 1400, no así tanto el Periodo Cálido Medieval, que se inició alrededor del 950 y duró hasta el 1250. Con todo, las versiones posteriores de esta gráfica sí han abarcado escalas temporales más largas y, por tanto, incluyen las variaciones durante el periodo cálido medieval. Todas ellas han sido corroboradas por numerosos estudios, que llegan a conclusiones similares a las de la visualización original.
Un pódcast con más de 990 escuchas en iVoox ha afirmado que “la gráfica del palo de hockey”, conocida por documentar un aumento sin precedentes de las temperaturas del hemisferio norte a partir del siglo XX y ser además una de las figuras más usadas para ilustrar el cambio climático, es “un timo”, ya que “oculta el Óptimo Climático Medieval y la Pequeña Edad de Hielo”, dos períodos de temperaturas anómalas en la historia de la humanidad.
Es ENGAÑOSO. Es cierto que la primera publicación de la gráfica del palo de hockey, que data del año 1999, no incluía el Óptimo Climático Medieval —comprendido entre los años 950 y 1250—, dado que solo retrocedía hasta el 1400. Sin embargo, a partir de 1999, los mismos autores consiguieron abarcar todo el milenio pasado, incluyendo este período. Por lo que respecta a la Pequeña Edad de Hielo, sí que está presente en la gráfica original, tal como indican los autores en el estudio.
"El timo del palo de Hockey, que hizo Michael Mann […] Lo que muestra es unas temperaturas más o menos estables hasta que llega mediados del siglo […] y ‘pom’, se disparan para arriba. […] ¿Qué es lo que pasa? Que […] esta gráfica oculta el Óptimo Climático Medieval y la Pequeña Edad de Hielo […] Son las temperaturas del hemisferio norte, y ya ves que es un timo".
La gráfica del palo de hockey fue obra del climatólogo y geofísico de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos) Michael E. Mann y mostraba de forma muy clara cómo las temperaturas en el hemisferio norte sufrían una “variación espectacular” al alza a partir de la Revolución Industrial formando una forma similar a la hoja del palo de hockey, tal y como explica el propio Mann en El libro del clima, de Greta Thunberg (Lumen, 2022). Lo hicieron, no tomando los datos a partir de los termómetros —los inventó Gabriel Fahrenheit a principios del siglo XVIII—, sino a partir de registros, llamados proxies, tales como los anillos de los árboles, los corales, los testigos de hielo y los sedimentos lacustres.
Dada la relevancia que adquirió la gráfica en su momento —es, junto a las Climate Stripes, una de las visualizaciones más famosas de la historia del cambio climático— surgieron voces en contra que trataron de deslegitimarla de diversas maneras, un cuestionamiento que se extiende hasta nuestros días y que, sin embargo, carece de base científica.
Un gráfico en constante actualización
Pero no es cierto que esta gráfica sea un “timo”, tal y como señalan los protagonistas del pódcast. Es cierto que el palo de hockey, en su primera versión publicada en la revista Nature en 1998, llega al año 1400 y, por tanto, no tiene en cuenta el Óptimo Climático Medieval —período de temperaturas anormalmente altas que ocurrió en el hemisferio norte entre los años 950 y 1250—, pero los autores sí que tuvieron en cuenta la variación de los valores de la Pequeña Edad de Hielo —va desde el siglo XIV hasta el XIX—.
Sin embarago, Mann y su equipo actualizaron la gráfica en dos ocasiones: una, al año siguiente, en 1999, y otra en 2003. En estas dos ya sí manejan escalas temporales más amplias en las que ya se contempla el Periodo Cálido Medieval. Y en todas ellas, la forma es la misma: variaciones más o menos insignificantes de las temperaturas hasta que llega la Revolución Industrial. Además, en la de 2003 no solo se hace un análisis del hemisferio norte, sino también del sur, y de forma global. En cada gráfica, la conclusión es la misma: desde hace 150 años, las temperaturas no han dejado de aumentar.
Durante los casi 25 años que han pasado desde su publicación, se han realizado otras reconstrucciones, como esta, en 2007, o esta, en 2006, y en ellas se puede observar que existe un aumento de las temperaturas repentino a partir del siglo XX, tal y como concluía la gráfica del palo de hockey original.
También en el IPCC
La última de estas reconstrucciones aparece en el resumen para legisladores publicada en 2021 por el IPCC, o Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, la entidad científica líder en la evaluación del cambio climático, y ya “no se parece un palo de hockey”, indica Mann en el libro, sino “a la guadaña de la Parca” por el calentamiento cada vez más acusado registrado en los últimos 20 años.
De hecho, la gráfica ha sido tan relevante para la comunidad científica que el IPCC la ha incluído desde 2001 en sus informes, formando así parte de toda la evidencia científica que demuestra la existencia de un calentamiento global inducido por las emisiones de efecto invernadero procedentes de la acción humana.
La gráfica del palo de hockey marcó un antes y un después a la hora de representar cómo la Revolución Industrial estaba íntimamente ligada al aumento de las temperaturas globales, ya que mostraba “de manera visual cuán íntimamente estaban conectadas las emisiones de gases de efecto invernadero con el rápido calentamiento de nuestro planeta”, concluye Mann en El libro del clima.