La ciencia no ha identificado a ningún individuo electrosensible
No se considera que la exposición de los campos electromagnéticos de los teléfonos móviles o los dispositivos WiFi afecte a la salud física
Nos habéis preguntado si “la ciencia” considera que la electrosensibilidad, o sensibilidad electromagnética, un conjunto de síntomas inespecíficos como dolor de cabeza, afecciones cutáneas o fatiga que las personas afectadas relacionan con la exposición a ondas electromagnéticas, es psicosomática. Es decir, si estos síntomas están causados o agravados por una condición psicológica, en este caso, relacionada con el contacto con las ondas de dispositivos móviles o emisores de WiFi domésticos. Este tema también aparece en algunos vídeos de Youtube, donde se ha afirmado que "todo lo que tiene que ver con una ampliación del electromagnetismo puede alterar tu campo nervioso".
A día de hoy, no se considera que la exposición a este tipo de campos electromagnéticos por debajo de los límites seguros, como es el caso de los teléfonos móviles o dispositivos WiFi, tenga consecuencias para la salud física. Es decir, la ciencia no ha identificado a ningún individuo electrosensible, como explica a Verificat, Martin Röösli, experto en epidemiología ambiental y líder de grupo en el Instituto Suizo de Salud Pública y Tropical (SwissTPH). De hecho, ni la Organización Mundial de la Salud (OMS) ni la Unión Europea consideran que la exposición a las ondas sea la detonante. Sin embargo, ambas entidades recomiendan tratar la sintomatología que, aseguran, es real y puede llegar a incapacitar a la persona afectada, pero descartan centrarse en “la necesidad percibida de la persona de reducir o eliminar los campos electromagnéticos de su entorno”.
La Sociedad Española de Síndromes de Sensibilidad Central (SESSEC) señala que sólo “los afectados” han relacionado estas dolencias con la exposición, una prueba insuficiente por considerar que una es consecuencia de la otra. A esta conclusión también llegó un informe de 2019 de la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB), que tras revisar la literatura científica disponible hasta el momento, estimó la prevalencia de la electrosensibilidad “alrededor del 5 %” de la población. En 2021, el 90% de los hogares de la Unión Europea y el 96% de los españoles tenían acceso a internet.
El caso de la sensibilidad electromagnética es similar al de otros síndromes de sensibilidad central (SSC), un conjunto de más de 50 patologías en las que los pacientes presentan una respuesta que se percibe como exagerada en diversos estímulos cotidianos. Sin embargo, el programa del Departamento de Salud de la Generalidad de Cataluña destinado a este grupo de enfermedades obvia la electrosensibilidad e incluye solo el tratamiento de tres de ellas: la fibromialgia, el síndrome de la fatiga crónica y la sensibilidad química múltiple.
Sin relación causal demostrada
“No existe evidencia consistente que estas personas afectadas reproduzcan estos síntomas en condiciones controladas”, indica a Verificat Alberto Nájera, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha y vocal del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS) del Colegio Oficial de Telecomunicaciones (COT).“Hoy por hoy podemos afirmar con contundencia que, en los niveles de exposición habituales a los que estamos sometidos de móviles, antenas, WiFi, y otros dispositivos inalámbricos, no existe evidencia de que haya efectos sobre la salud humana”, concluye el experto.
"Aunque hay bastantes artículos que han intentado demostrar o dejar de demostrar la relación entre ondas electromagnéticas y salud [por debajo del límite seguro establecido por la OMS], hasta ahora esto no se ha podido demostrar", precisan en conversación con Verificat Xavier Bosch-Capblanch, especialista en Salud Pública, y el epidemiólogo ambiental Martin Röösli, ambos líderes de grupo en el Instituto Suizo de Salud Pública y Tropical (SwissTPH). De hecho, las ondas electromagnéticas de los teléfonos móviles se han relacionado repetidamente con el Alzheimer y la aparición del cáncer, pero hasta la fecha no se ha podido establecer ninguna relación causal ni con uno ni con otro.
Los expertos apuntan a dos razones principales y “no excluyentes” que explicarían esta carencia de causalidad: “Una es que [la relación] realmente no exista, que seguramente es lo más probable. Y la otra es que la metodología de los estudios que se utiliza no es la metodología adecuada muchas veces.” Una revisión de 2019 llegó a esa misma conclusión.
Búsqueda limitada y de baja calidad
Los investigadores de SwissTPH explican que aunque “hay bastantes” estudios que han investigado la posible asociación entre ondas electromagnéticas y salud, estos son de demasiada baja calidad para demostrar relación alguna entre ambos factores. En estos casos, la comunidad científica suele recurrir a revisiones sistemáticas -análisis exhaustivos de la evidencia científica acumulada respecto a un tema concreto- para evaluar las conclusiones del conjunto de la investigación, en lugar de centrarse en un artículo concreto.
En 2005 y 2010 ya se publicaron sendas revisiones sistemáticas sobre la electrosensibilidad, y ninguna de ellas encontró una relación causal demostrada entre campos electromagnéticos y problemas de salud. Actualmente, los investigadores consultados por Verificat están participando en una nueva revisión de más de 50 artículos sobre los síntomas a petición de la propia OMS. Por ahora, avanzan, "aunque muchos individuos reportan una reacción inmediata al ser expuestos a campos electromagnéticos, esto no ha podido ser confirmado por estudios experimentales de doble ciego".
Además, añaden, “teniendo en cuenta cuál es la dimensión de nuestra exposición a las ondas electromagnéticas, si hubiera un efecto remarcable” sobre la salud, se hubiera visto en estudios de cohortes y “tampoco es el caso”.
El efecto nocebo
El documento de la ASPB, que incluye un análisis bibliográfico de la evidencia científica disponible hasta 2019, recalca que, aunque “en la actualidad no existe evidencia ni a favor ni en contra de la mejora en el estado de salud después de una disminución de los niveles de exposición”, el sufrimiento de las personas que reportan los síntomas es real, y que la condición es limitante en su bienestar y su vida diaria.
Nájera se pronuncia en el mismo sentido: "Es importante destacar que estos pacientes sufren y mucho, en algunos casos su trastorno puede llegar a ser incapacitante", pero descarta que los emisores de ondas electromagnéticas tengan nada que ver, y apunta a un efecto nocebo, en el que un paciente presenta sintomatología vinculada con una situación solo porque piensa que puede ocurrir.
“Numerosos estudios de provocación han observado a participantes que manifestaban síntomas graves en el momento del ensayo. Estos síntomas tendían a aparecer cuando los participantes pensaban que estaban expuestos, independientemente de si esa exposición estaba sucediendo o no. Estos resultados muestran que el efecto nocebo puede tener un papel importante en la persistencia del EHS”, apunta en su revisión la Agencia de Salud Pública de Barcelona.