¿Somos más feministas que hace 25 años?
Oferim una retrospectiva en dades de la desigualtat de gènere, recopilem les percepcions actuals sobre el feminisme i analitzem què sabem fins ara de la manosfera
Coordinació per Ares Biescas
Discriminación contra las mujeres en las redes
Agresiones en línea
La violencia de género digital es una prolongación de la violencia ejercida contra las mujeres fuera de internet, de acuerdo con la definición del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI), que incluye el ciberacoso, las amenazas directas, los delitos de odio por razón de género, las violaciones de privacidad o doxing (cuando se exponen datos personales en línea sin consentimiento) y la explotación sexual en línea.
El 85 % de las mujeres con acceso a internet en todo el mundo en 2020 informaron haber presenciado violencia en línea contra otras mujeres, y el 38 % dice haberla experimentado personalmente, según la Unidad de Inteligencia de The Economist. La ONU destaca que 3 de cada 10 mujeres que han experimentado algún tipo de violencia de género a través de medios digitales afirman que este fenómeno ha afectado a su salud mental.
Como señala el Instituto Europeo de Igualdad de Género, los datos sobre ciberviolencia contra las mujeres y niñas en la Unión Europea (UE) son escasos y, como consecuencia, se sabe muy poco sobre la cantidad real de víctimas y la prevalencia de los daños causados.
Una reciente encuesta del Instituto de las Mujeres sobre la violencia machista en línea en España muestra que el 72,2 % de las encuestadas ha recibido comentarios sobre su físico o mensajes de contenido sexual no deseado y el 58,8 % ha sido objeto de desprecios, ataques o insultos. Como en casos de violencia física, los datos muestran una mayor prevalencia de la violencia digital contra las más jóvenes. En Barcelona, según una encuesta publicada por el Ayuntamiento en 2024, el maltrato a través de internet ha afectado a una de cada cuatro mujeres adolescentes de la ciudad (25 %, frente al 16,7 % de los chicos). En cuanto al ciberacoso, afecta al 6,4 % de las estudiantes de 2º de ESO, al 14,1 % de las de 4º de ESO y al 19,6 % de las de 2º de Bachillerato (en el caso de los niños, no llega al 2 % en la ESO y al 3 % en el Bachillerato).
Derechos de las mujeres y derechos digitales
Los comentarios discriminatorios contra las mujeres están regulados en el Artículo 510.1 del Código Penal, que tipifica los discursos de odio, en casos de discursos públicos que pueda interpretarse que incitan a la violencia, la hostilidad o la discriminación por razón de género.
Además, el art. 22.4 del Código Penal también agrava la pena de cualquier delito (homicidios, lesiones, tratos degradantes…) cuando el móvil es la discriminación por, entre otras muchas razones, el género de la víctima. Por tanto, la violencia contra las mujeres en las redes sociales es punible.
Sin embargo, las sugerencias del Parlamento Europeo y el Consejo de Europa recomiendan incluir referencias a la violencia digital de forma explícita en la legislación básica. Cataluña lo hace: la Ley 17/2020, de 22 de diciembre, de modificación de la Ley 5/2008, del derecho de las mujeres a erradicar la violencia machista, en el artículo 3 incluye también la violencia digital. Al igual que Galicia, que también modificó la ley de prevención y el tratamiento integral de la violencia de género para incluir la digital. El nuevo Pacto de Estado contra las Violencias Machistas, en negociación en el Congreso español, contempla también medidas explícitas contra la violencia digital contra las mujeres.
El Reglamento europeo de Servicios Digitales también recoge cuestiones como el ciberacoso y el riesgo de que los menores se vean expuestos a contenido inadecuado para su edad.
Discursos de odio. Serán castigados […] quienes públicamente fomenten, promuevan o inciten directa o indirectamente al odio, hostilidad, discriminación o violencia contra un grupo, una parte del mismo o contra una persona determinada por razón de su pertenencia a aquel, por motivos racistas, antisemitas, antigitanos u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia, raza o nación, su origen nacional, su sexo, orientación o identidad sexual, por razones de género, aporofobia, enfermedad o discapacidad. Artículo 510 del Código Penal. Delitos de odio. Son circunstancias agravantes: […] Cometer el delito por motivos racistas, antisemitas, antigitanos u otra clase de discriminación referente a la ideología, religión o creencias de la víctima la etnia, raza o nación a la que pertenezca, su sexo, edad, orientación o identidad sexual, razones de género, de aporofobia, o de exclusión social, la enfermedad que padezca o su discapacidad, con independencia de que tales condiciones o circunstancias concurran efectivamente en la persona sobre la que recaiga la conducta. Violencia de género. La violencia de género no es un problema que afecte al ámbito privado. Al contrario, se manifiesta como el símbolo más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad. Se trata de una violencia que se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre. |
La manosfera
La manosfera puede definirse como el «conglomerado de espacios virtuales que recogen movimientos «masculinistas» basados en la propagación de discursos misóginos y antifeministas», como recogen los estudios de Debbie Ging y Eugenia Siapera, de la Universidad de Dublín.
En España y en Cataluña, el estudio de la manosfera se encuentra todavía en un estado incipiente. Destacan los trabajos de Elisa García-Mingo y Silvia Díaz Fernández, que han analizado cómo la influencia antifeminista en redes ha marcado a los jóvenes, aunque también matizan que esta esfera virtual trasciende ideologías, clases sociales y edades. Globalmente, se ve un crecimiento exponencial de las investigaciones entre 2022 y 2023, que refleja un creciente interés sobre sus causas y consecuencias.
Las investigaciones que estudian la manosfera y la violencia de género en España se han centrado en la juventud, pero no hay trabajos que analicen la manosfera específicamente en otras franjas de edad (los hombres de 40 años en la manosfera, por ejemplo), lo que podría llevar a sobrerrepresentar el problema en las generaciones más jóvenes.
Glosario para leer la manosfera Píldora roja (red pill en inglés): Metáfora sacada de la película Matrix que se refiere a un supuesto «despertar» de los hombres ante una realidad que consideran distorsionada por el feminismo y la «misandria». Hipergamia: La hipergamia es el nombre que se da en la manosfera a la supuesta estrategia de las mujeres de buscar una pareja de nivel socioeconómico superior. Hombres que van por su propio camino (Men Going Their Own Way en inglés): Defienden separarse de las mujeres y rechazan interactuar con ellas, ya que creen que la sociedad es «ginocentrista», es decir, que privilegia a las mujeres y relega a los hombres a un rol subordinado. Activistas por los derechos de los hombres: Esta subcultura se fundamenta en la creencia de que existe una conspiración feminista con el objetivo de subyugar a los hombres y consideran que los hombres son víctimas del feminismo, que es responsable de su malestar. Comunidad Incel (involuntary celibate en inglés): Hombres que dicen no poder acceder a relaciones sexoafectivas a causa de su aspecto físico. Gurús de la seducción: Comunidad que defiende que la conquista sexual es un éxito masculino al que todos los hombres deben aspirar y ejecutar trabajando la confianza en sí mismos y a través de lo que llaman «el juego», un tipo de consejos para ligar que se basan en la instrumentalización y la objetificación de las mujeres. «YouTubers» misóginos: Creadores de contenido en YouTube que producen vídeos con mensajes sexistas, antifeministas y misóginos, a menudo utilizando el humor sexista para difundir ideologías que minimizan o atacan a los derechos de las mujeres. Los estudios también mencionan estos otros términos: Crisis de la masculinidad: Replanteamientos sociales y subjetivos que surgen al cuestionar los roles masculinos tradicionales que han definido históricamente qué significa ser hombre. Agrietamiento de la masculinidad: Según el concepto de «resquebrajamientos» desarrollado por Ranea (2021), esta transformación genera fracturas en la identidad masculina, impulsando a algunos hombres a buscar espacios de reconfiguración. Fuentes: Elisa García-Mingo i Silvia Díaz Fernández, Debbie Ging i Eugenia Siapera, Jie Liang Lin, Callum Jones, Verity Trott, Scott Wright, Revista Internacional per a la Justícia Criminal i la Democràcia Social, María Lucero Jiménez Guzmán. |
Las emociones detrás de las redes antifeministas
Detrás de la polinización del discurso de la manosfera en algunos hombres, hay estudios que se preguntan qué papel ha jugado el agrietamiento de la masculinidad tradicional.
El estudio La caja de la masculinidad del Centro Reina Sofía Fad Juventud propone el concepto de «caja de la masculinidad» para entender los impactos de identificarse más o menos con la masculinidad tradicional, que defiende afirmaciones como «es lógico que los hombres utilicen la violencia para obtener respeto si es necesario», «no es bueno que se enseñe a un niño a cocinar o a limpiar la casa» o «un hombre siempre tendría que tener la última palabra sobre decisiones de su relación o matrimonio».
Su encuesta a jóvenes de entre 15 y 29 años muestra que los hombres que se identifican con el ideal más tradicional, aquellos que están «dentro de la caja» (14 %), decían ser «muy poco» felices el doble de veces que los que no se sienten identificados. Aquellos que están «fuera de la caja» y se cuestionan los postulados de la masculinidad normativa decían tener mayores cotas de felicidad, menos exposición al riesgo y parejas más igualitarias (41,3 %). Un 32,2 % se situaban «al límite» de la caja: cuestionaban algunos elementos del patriarcado, pero mantenían otros.
Otro dato a tener en cuenta es que un 21,9 % de los jóvenes españoles (2 de cada 10) de entre 16 y 24 años se sienten solos, según se desprende del exhaustivo estudio El coste de la soledad no deseada en España, del Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada (SoledadES) impulsado por la Fundación ONCE.
Un estudio de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género de 2013 clasificaba a los agresores en dos grupos principales: por un lado, los «haters y trolls», que actúan de manera individual sin una planificación previa y, por otro lado, los grupos organizados, que emiten discurso de odio de forma estructurada y con objetivos concretos. Ya entonces se alertaba de que «la sensación de pertenencia a un grupo [pese a ser digital] refuerza sus actos, creando una especie de validación colectiva para sus actitudes violentas».
Narrativas falsas
Las narrativas desinformadoras que circulan en la manosfera no niegan necesariamente las cifras de víctimas de violencia de género o mujeres que han sufrido agresiones sexuales, pero sí establecen relaciones de causalidad sin pruebas, responsabilizan de la violencia de género a la población extranjera o acusan a las mujeres de aprovecharse de una ley que las prioriza.
La relación entre la violencia de género y la inmigración
Numerosos mensajes en las redes responsabilizan a la inmigración de la violencia contra las mujeres, pero la realidad es mucho más compleja. Sin embargo, las agresiones machistas responden a una violencia estructural, como constata Naciones Unidas, que sufren las mujeres por serlo y no por su nacionalidad. En cuanto a los asesinatos, la punta del iceberg, existe prácticamente el mismo número de agresores españoles que de víctimas españolas y de agresores extranjeros que de víctimas extranjeras. De hecho, existen más víctimas extranjeras en manos de un español que de españolas en manos de un extranjero.
Comparar a víctimas mujeres y hombres
Otra narrativa contrapone los datos de mujeres asesinadas a los de hombres asesinados para intentar romper la perspectiva de género. Por ejemplo, un conocido creador de contenidos ha argumentado varias veces que «más de 1.700 estudios» demuestran que la violencia es «bidireccional», pero que el hombre, al ser «más fuerte», es quien acaba matando.
La afirmación se basa en una web que se refiere a dos estudios como prueba, no 1.700. Como comprobó EFE Verifica, verificadora de la International Fact-Checking Network (IFCN), a la que también pertenece Verificat, uno de los estudios no hace referencia a la violencia física o psicológica de la pareja, sino a cualquier tipo de agresión que puede «dañar la propia relación» romántica de forma abstracta. El segundo toma como muestra investigaciones llevadas a cabo en Estados Unidos, Reino Unido, Nueva Zelanda, Canadá y Sudáfrica. Sin embargo, en todos ellos, las mujeres sufren más violencia en el ámbito de la pareja que los hombres, según datos de organismos públicos de esos países.
Otra narrativa en esta línea dice que hay más niños asesinados en manos de sus madres que mujeres por violencia machista, pero los datos demuestran lo contrario, según explicamos ya en 2019.
Denuncias falsas
Cada vez que una mujer denuncia públicamente un caso de violencia machista, las redes se llenan de mensajes que cuestionan a la víctima y le acusan de inventarse la agresión para aprovecharse de que el sistema beneficia a las mujeres. Sin embargo, la realidad es que un 0,0084 % de los casos de violencia de género acaban en una condena por denuncia falsa. Es decir, 1 de cada 12.000 presentadas, según la Memoria de la Fiscalía General del Estado de 2022.
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