No es verdad que la ola de calor de la Antártida sea consecuencia de que “el clima es cíclico”
Verificamos un tuit que afirma que el clima es cíclico y que la temperatura no ha aumentado en los últimos 20 años
¿Qué se ha dicho?
Que el clima es cíclico y la temperatura global casi no aumentó en los últimos 20 años
¿Qué sabemos?
A lo largo de la historia, la Tierra ha sufrido profundas variaciones del clima de forma cíclica, pero la que está experimentando actualmente no tiene un origen natural, sino que está demostrado empíricamente que su origen está en la actividad humana. Por otro lado, la temperatura global media sí ha subido sustancialmente en los últimos 20 años, a un ritmo medio de 0,18 ºC por década.
La diputada de Vox en el Congreso, Carla Toscano, ha publicado un mensaje en Twitter en respuesta a Alberto Garzon, ministro de Consumo, quien compartía una noticia del periódico The Guardian sobre un aumento de temperatura que la Antártida está registrando estos días. La política le ha contestado con mensajes falsos y engañosos sobre el cambio climático, como que lo que está ocurriendo en la Antártida es solamente una ola de calor, que el clima es cíclico o que la temperatura global no ha aumentado en los últimos 20 años. Es falso que las temperaturas no hayan aumentado en dos décadas. La temperatura global media ha aumentado desde 1975 a un ritmo de 0,18 ºC por década. Los 10 años más cálidos desde que hay registros, alrededor del año 1850, han tenido lugar a partir de 2005 y los informes dicen que la última década ha sido la más cálida en el registro instrumental. Una ola de calor, por otro lado, es un fenómeno meteorológico caracterizado por un aumento puntual de las temperaturas. Es, precisamente, lo que está ocurriendo en la Antártida, pero no a consecuencia de que las temperaturas sean cíclicas.
Se llama ola de calor. La temperatura media global casi no aumentó en los últimos 20 años
Al contrario de lo que dice Toscano, sí, estos 20 años han sido “el periodo de la Tierra que más rápido han aumentado las temperatura”, según Andreu Escrivá, ambientólogo, doctor en Biodiversidad y exmiembro del Comité de Expertos en Cambio Climático de la Generalitat Valenciana. No solo lo dice él, también los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), la entidad científica líder en la evaluación del cambio climático: según el último de todos, del 2021, la temperatura ha subido desde 1850-1900 hasta ahora más de 1,1 ºC. En los últimos 40 años, además, el incremento se ha acelerado: a un ritmo de alrededor de 0,18 ºC por década.
“Por supuesto que [las temperaturas] han aumentado los últimos 20 años”, señala a Verificat Enric Aguilar, climatólogo y director del departamento de Geografía de la Universitat Rovira i Virgili (Tarragona), y adjunta un gráfico sacado de la Unidad de Investigación Climática de la Universidad de East Anglia (Reino Unido), una de las más reconocidas en investigación sobre el tema. En él se puede observar claramente cómo tanto las temperaturas en el hemisferio norte, sur y globales, han ido subiendo progresivamente. Además, tal y como indica la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, en inglés), los 10 años más calurosos registrados hasta la fecha por la humanidad han tenido lugar a partir de 2005.
La Antártida está viviendo estos días efectivamente una ola de calor, un fenómeno meteorológico que consiste en que las temperaturas se mantienen muy por encima de lo normal para estas fechas durante más de tres días consecutivos. Pero que existan olas de calor puntales no niegan el aumento de las temperaturas. De hecho, uno de los efectos del cambio climático es precisamente el aumento de fenómenos meteorológicos extremos, entre ellos olas de calor más intensas, frecuentes y/o de más duración (página 4). La frecuencia de este tipo de eventos ha aumentado significativamente en los últimos años.
El falso hiato que ‘despistó’ a los climatólogos hace 10 años
La negación del aumento de las temperaturas globales tiene su origen en una verdad: que entre 1998 y 2012 el aumento de las temperaturas se ralentizó. “El mantra de que la temperatura no ha aumentado en los últimos 15, 20, 25 años nace de la creencia de que hubo una pausa en el cambio climático desde el 98, que fue un año muy cálido y distorsionaba ligeramente las gráficas”, explica Escrivá. Se llegaron a publicar artículos que planteaban la posibilidad de que el cambio climático se hubiese parado, pero era un espejismo: “Después se ha comprobado, haciendo los cálculos matemáticos a posteriori, que esa pausa ni siquiera existió, pero es un bulo muy extendido”, concluye el experto.
“Fue un falso hiato”, indica Aguilar. “Venía condicionado por el máximo local de El Niño 1997/1998”. El experto se refiere a un fenómeno meteorológico que se forma por el calentamiento de las aguas oceánicas y que trastoca periódicamente el clima del planeta, y que es precedido por el fenómeno La Niña, de características similares pero que, al contrario que El Niño, enfría la superficie del planeta. Eso, unido a ciertas erupciones volcánicas de la época y una relativamente baja actividad solar, hizo que, tal y como señala la NOAA, “la tasa de calentamiento de la superficie global de media entre 1998 y 2012 fuese más lenta de lo que había sido durante las dos o tres décadas anteriores”. Pero añaden que, independientemente de este ralentizamiento, “el panorama general del calentamiento global a largo plazo se mantuvo sin cambios”.
El clima es cíclico
La narrativa de que las temperaturas son cíclicas es habitual dentro del mundo de la desinformación climática. Parte de la premisa de que el aumento de temperaturas que la Tierra está experimentando tiene un origen natural y que obedece a la misma lógica que las grandes variaciones climáticas que han tenido lugar en la Tierra durante sus miles de millones de años de historia.
Sin embargo, los científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), la entidad científica líder en la evaluación del cambio climático, llevan más de 20 años insistiendo en que los mecanismos que explicaban esos grandes cambios del clima, en los que la Tierra sufría enfriamientos o calentamientos masivos en el pasado, no son los mismos que están causando el aumento de temperaturas actual.
La Tierra sufrió una congelación hace aproximadamente 20.000 años y un calentamiento hace 55,8 millones de años, fenómenos que se explicaban, por ejemplo, por la radiación solar, los ciclos de Milankovitch o los volcanes. Actualmente ese calentamiento se debe, según la evidencia científica, a la la emisión de gases al quemar los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas), junto con la deforestación y otros fenómenos. Sí, el cambio climático es de origen antropogénico es “inequívoco”, tal y como señalan los autores en el informe del IPCC del 2021.
Otro estudio, publicado en el mismo año en la revista Environmental Research Letters, llega a la misma conclusión tras analizar más de 90.000 publicaciones en revistas científicas: que en el 99,9% de ellas los expertos concluyen que los seres humanos son los causantes del cambio climático.
Por otro lado, aunque la Tierra haya sufrido variaciones profundas del clima en su historia, nunca se habían visto cambios tan rápidos en los últimos 2000 años. Es algo en lo que insisten los expertos del IPCC: “Para los últimos 2000 años, disponemos de registros de mayor resolución que muestran que la tasa de calentamiento global durante los últimos 50 años ha superado la de cualquier otro período de 50 años […] Estamos viendo cambios en la atmósfera, el océano, la criosfera y la biosfera. Nuestros conocimientos científicos muestran una imagen coherente de un mundo que se calienta”.
“Este es un cambio climático que no es cíclico, es cien por cien atribuible a los seres humanos, es muy dañino y está alterando todos los ecosistemas del planeta y en particular los polos,”, señala a Verificat Andreu Escrivà, ambientólogo, doctor en Biodiversidad y ex-miembro del Comité de Expertos en Cambio Climático de la Generalitat Valenciana, quien recuerda que son además sistemas de regulación climática, es decir, ecosistemas que actúan como ‘congeladores del planeta’. Si se reduce la cubierta de nieve, la superficie absorberá más calor del Sol y hará que las corrientes oceánicas cambien: “El océano Ártico, una mezcla de agua de mar y de agua dulce aportada por el deshielo, influye en las corrientes oceánicas de todo el planeta. Algunos científicos creen que un exceso de aporte de agua dulce podría de hecho «desconectar» algunas de estas corrientes marinas, que desempeñan un papel crucial en el clima de las regiones situadas más al sur”, señala este artículo de la Agencia Europea del Medio Ambiente.
Escrivá insiste en que, dado este carácter regulador del clima que tienen los polos, si se alteran, “tocamos todo el clima, y ya hemos visto lo que puede suceder: desde depresiones en altura que se descuelgan más abajo de lo que deberían” (lo que da lugar a fuertes lluvias torrenciales), a “corrientes en chorro que acaban siendo más laxas y no conteniendo ese aire frío”, pasando por “muchísimo frío como ocurrió en Chicago hace unos años, etcétera”, enumera. Ahora, por ejemplo, según los datos del Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve de EE. UU. indican que el hielo marino antártico ha caído al nivel más bajo desde que comenzaron las mediciones en 1979.