El agujero de la capa de ozono no fue una exageración: se arregló prohibiendo los gases que lo causaron
El tratado de Montreal permitió revertir el problema y evitar que tuviera consecuencias para los humanos.
¿Qué se ha dicho?
Que los modelos climáticos no aciertan porque el agujero en la capa de ozono no tuvo consecuencias tan graves como se previó al principio.
¿Qué sabemos?
Precisamente porque se pudo observar con mucha antelación que ciertos gases causaban un deterioro en la capa de ozono, se pudo actuar y prohibirlos en los años 80.
Está circulando por internet un podcast que cuenta con más de 700 escuchas en Ivoox, y que está presente también en Spotify, que ha afirmado que, como el agujero de la capa de ozono no acabó por “achicharrarnos a todos” —refiriéndose a las predicciones que hicieron los científicos, supuestamente, en las décadas de 1970 y 1980— los modelos climáticos también fallan y las proyecciones sobre el cambio climático son igualmente dudosas.
Es ENGAÑOSO. Las predicciones no han fallado. Lo que pasó en realidad es que el agujero de la capa de ozono se pudo revertir gracias a la prohibición en 1989 de unos tipos de gases conocidos como clorofluorocarbonos, los que provocaban precisamente el deterioro de la capa de ozono. El Tratado de Montreal, que dio paso a esta prohibición, es considerado por Naciones Unidas como uno de los acuerdos internacionales “más exitosos de todos los tiempos”.
[Los modelos] no aciertan una. El agujero de la capa de ozono nos iba a achicharrar a todos, y aquí seguimos
En la década de 1980, el agujero de la capa de ozono era un tema de actualidad. Sin embargo, pocos años después, el asunto dejó de estar en las noticias, lo que generó cierta confusión sobre el desenlace de este desastre medioambiental. Esto ha podido llevar a algunos a pensar que el asunto del agujero de la capa de ozono se solucionó por sí mismo, sin intervención del ser humano y de forma natural y que, por tanto, los modelos que predecían el desastre fracasaron.
Es lo que ha pasado, por ejemplo, con un pódcast en el que uno de los invitados señala que “el agujero de la capa de ozono nos iba a achicharrar, y aquí seguimos”, lo cual convierte la situación, según él, en un ejemplo de que los modelos climáticos, usados para predecir tendencias futuras sobre diversos aspectos del clima y su impacto, “no aciertan una”.
Sin embargo, este razonamiento obvia que el motivo de que el agujero de la capa de ozono se esté cerrando y deje de aparecer en las portadas de periódicos es precisamente el hecho de que la comunidad internacional en su conjunto se adhirió al Tratado de Montreal en 1987 para prohibir los clorofluorocarbonos (CFC), los gases que causaban el daño. “Son cientos de miles de cáncer de piel que se han evitado por las medidas que se tomaron en el Tratado de Montreal de eliminar los CFC y que detuvo la destrucción de la capa de ozono”, señala a Verificat Alberto Redondas, responsable del grupo de ozono y UV espectral del Centro de Investigación Atmosférica de Izaña de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). “O sea, no nos freímos porque hemos actuado”, concluye.
El Tratado de Montreal ha sido el único ratificado por los 197 estados miembro de la ONU, según la misma organización.
Qué son los clorofluorocarbonos
Los clorofluorocarbonos empezaron a producirse industrialmente en la década de 1930 y se utilizaban habitualmente para la limpieza en seco, en la refrigeración y en aerosoles, como desodorantes y lacas. Al contrario de otros gases de efecto invernadero (GEI), que se pueden encontrar tanto de manera natural como artificial en la atmósfera, como el CO2 o metano, los CFC, que dañaban la capa de ozono, fueron creados por el hombre.
Sin embargo, durante la década de 1970, surgieron voces dentro de la comunidad científica que alertaban del daño que podían producir estos gases a la capa de ozono, ubicada en la estratosfera (15 a 50 km de altura sobre la superficie de la tierra). Los primeros en hacerlo fueron los químicos Frank Sherwood Rowland y Mario Molina, de la Universidad de California en Irvine (UCI), quienes observaron que la luz del sol degradaba los CFC liberando cloro, un elemento con el potencial de "agujerear" la capa de ozono. Cada átomo activo de cloro puede destruir hasta 10.000 moléculas de ozono. Sus conclusiones fueron publicadas en Nature en 1974.
En 1985, científicos del British Antarctic Survey publicaron otro estudio donde señalaban que habían detectado “enormes pérdidas” de ozono sobre la Antártida. Es lo que se conoce comúnmente como el agujero en la capa de ozono. Cuatro años después, en 1989, los 197 estados miembro de las Naciones Unidas se comprometieron a dejar de usar ese tipo de gases contaminantes.
Gases creados por el hombre
A partir del Tratado , los gases nocivos usados en lacas o aires acondicionados fueron sustituidos por otros nuevos, también fabricados por el hombre, conocidos como, también creados por el hombre, conocidos como hidroflurocarbonos (HFC) y perflurocarbonos (PFC).
Aunque son inocuos para la capa de ozono, tienen unos “‘potenciales de calentamiento global’ (Potencial de Calentamiento Globals, GWP) muy elevados en relación con otros gases de efecto invernadero”, según la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA, en inglés). Por este motivo, dicen “incluso una concentración atmosférica reducida puede tener efectos desproporcionadamente grandes en las temperaturas globales”.
Del agujero de la capa de ozono a la crisis climática
Tres de cada cuatro personas del Estado español creen que, de una manera u otra, el agujero de la capa de ozono es responsable del cambio climático. No, son dos fenómenos distintos. Revertir el agujero de la capa de ozono no frenó el calentamiento global, que tiene su origen principalmente en la emisión del CO2 a la atmósfera derivado de la quema de combustibles fósiles, como el petróleo, el gas y el carbón.
Lo que sí es cierto es que actualmente hay un problema de desgaste de la capa de ozono, que no es lo mismo que es el agujero. Es probable, según los científicos, que el agujero se cierrre a partir del 2080: “El agujero de ozono se está recuperando, pero se produce [en la Antártida] todos los años […] no es un problema resuelto y seguimos vigilándolo”, concluye Redondas.
Lo que no sabemos es cómo va a seguir desgastándose de la capa de ozono, Así lo explica a Verificat Jonathan Shanklin, uno de los expertos que descubrieron en los 80 el agujero de la capa de ozono: “Está disminuyendo lentamente, cambiando la velocidad de las reacciones químicas, la estabilidad de los vórtices polares y la prevalencia de las nubes estratosféricas en invierno”, lo que conducirá probablemente “a un continuo agotamiento del ozono durante la primavera en ambos polos”.
De momento, los científicos no saben qué está debilitándola: sospechan que pueden ser unos compuestos conocidos como VSLS, empleados como disolventes, decapantes o desengrasantes. Otra hipótesis que barajan los expertos es que sea el cambio climático, a través de la alteración de la circulación Brewer-Dobson —unas corrientes de aire que mueve el aire hacia y a través de la estratosfera—, el que alterara a su vez la composicion de la capa de ozono.