Entre la publicidad y la desinformación: redes, influencers y hábitos saludables

La salud es un tema que genera mucho interés en redes. No es extraño ni malo buscar una vida más saludable que nos permita sentirnos mejor y más cómodos, pero las redes no siempre serán nuestra mejor opción.

La salud es un tema que genera mucho interés en redes. No es extraño ni malo buscar una vida más saludable que nos permita sentirnos mejor y más cómodos, pero las redes no siempre serán nuestra mejor opción.

¿Son los productos congelados menos saludables que los frescos? ¿Si es natural, significa que es bueno para nosotros? De vez en cuando se viralizan tendencias en redes que difunden desinformación sobre la salud. Influencers de fitness, promociones de una nueva dieta increíble, las últimas innovaciones en materia de cuidado de la piel… La salud es un tema que genera mucho interés en redes. No es extraño ni malo buscar una vida más saludable que nos permita sentirnos mejor y más cómodos, pero las redes no siempre serán nuestra mejor opción.

Instagram, TikTok, YouTube… son herramientas, canales que cualquiera puede utilizar para compartir información. Podemos encontrar cuentas oficiales o gestionadas por profesionales de la salud que compartirán consejos importantísimos, pero este contenido se encuentra en el mismo espacio que otras fuentes no tan fiables.

Quizás nos parece que el estilo de vida de algunos influencers no puede ser más diferente del nuestro, pero las redes sociales no son un medio cualquiera. Su formato facilita una ilusión de autenticidad y normalidad. Tomar una cámara y grabarse o hacerse unas fotos en el espejo del gimnasio no requiere medios de producción costosos. Incluso, una producción amateur puede acercarnos más al creador, ampliar la accesibilidad y la identificación.

Otras funciones de las redes como los comentarios o las retransmisiones en directo son herramientas ideales para establecer una conexión personal unidireccional entre el usuario y el personaje que el creador decide mostrar. Una relación que no es difícil (especialmente para los más jóvenes) confundir con amistad. Entonces, ¿cómo gestionamos tantísima información de golpe? En un espacio lleno de autodenominados expertos sin credenciales, donde la publicidad y la información se mezclan tanto que nos cuesta distinguir la una de la otra?

Influencers, publicidad y “salud”

Veamos el ejemplo del influencer Carlos Ríos, un nutricionista que da consejos de alimentación saludable y tiene su propia marca de alimentos Realfooding. En un mismo post, Ríos alerta de los peligros de la comida ultraprocesada y propone sus propios productos como alternativa. Una receta de pastel de queso o una lista de beneficios del té matcha no son contenidos inherentemente malos, pero el problema llega con la publicidad. Cuando Ríos habla de las maravillas de una marca de airfryer concreta, ¿busca informar o influenciar?

Carlos Ríos es uno de los influencers que recibieron una notificación de la Dirección General de Consumo que “advertía posibles prácticas de publicidad encubierta con el objetivo de que las personas que reciben estas notificaciones puedan modificar su conducta”. Esta notificación es parte de una investigación gestionada por la Comisión Europea donde se han analizado las cuentas de 576 influencers. El 97% publica contenido de carácter comercial y solo uno de cada cinco lo indica de forma correcta.

Aprovechar la conexión personal con los usuarios, el vínculo y la confianza para obtener beneficio económico es una estrategia de marketing muy popular. Muchas cuentas en redes, como la de Ríos, combinan la promoción de hábitos saludables con la publicidad de productos propios o de terceros.

La publicidad está en todas partes: cuando vemos la televisión, leemos revistas o caminamos por la calle… Es fácil identificar los anuncios o, al menos, más fácil que en internet. Especialmente, cuando el público —los más jóvenes, en particular— crea un vínculo emocional con el influencer, confían en su experiencia y este explota la conexión para vender un producto.

La legislación recién comienza a regular cómo, cuándo y qué productos pueden publicitar los influencers. Hace unas semanas hablábamos en la newsletter de Desfake —un proyecto educativo de Verificat— de la nueva regulación para controlar la publicidad a través de influencers. Esta se aplica a los creadores que cumplan un mínimo de seguidores y publicaciones compartidas. La regulación instaura indicaciones como la prohibición de publicitar tabaco, bebidas alcohólicas, medicamentos, juegos de azar y apuestas.

Para conseguir un internet más seguro para todos es necesario que acompañemos la legislación con el trabajo hecho desde el mundo educativo. Se necesitan herramientas para educar en el nuevo panorama de la información, para que los usuarios (y en especial los niños y adolescentes) puedan identificar qué tipo de publicaciones tienen enfrente, entender que el contenido comercial puede afectar la interpretación de la información.

Pero no solo respecto a la publicidad, también es importante reflexionar sobre qué ideas refuerzan algunas de las tendencias de salud en las redes. El mensaje no siempre es “vive una vida saludable” sino “consigue un cuerpo que pueda ser considerado como saludable según estándares determinados”. Y solo este modelo en concreto es el considerado exitoso, es una cuestión de reputación y estatus. Esta ilusión de lo saludable no necesariamente implica salud real.