El CO₂ emitido por las erupciones volcánicas no suma ni un 2% de las emisiones humanas anuales

Se han hecho virales publicaciones donde se afirma que los volcanes producen el mismo dióxido de carbono que los humanos, pero las emisiones volcánicas suponen una ínfima parte

Se han hecho virales publicaciones donde se afirma que los volcanes producen el mismo dióxido de carbono que los humanos, pero las emisiones volcánicas suponen una ínfima parte

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¿Qué se ha dicho?

Que los volcanes producen el mismo CO₂ o más que el provocado por las actividades humanas como el tráfico terrestre.

¿Qué sabemos?

Que las erupciones emiten CO₂, pero corresponden a una ínfima parte del que genera la actividad humana.

La erupción reciente de los volcanes Etna y Estrómboli (en Italia) ha vuelto a dejar mensajes virales en las redes sociales donde se afirma que emiten cantidades de dióxido de carbono equivalentes a las generadas por la actividad humana, y citan sectores concretos como el transporte terrestre o el consumo de carne. Este tipo de declaraciones se viralizan cada vez que un volcán entra en erupción, como el de Ruang (Indonesia) el pasado mayo, pero son ENGAÑOSAS.

A pesar de que las erupciones provocan emisiones, investigadores y entidades científicas como la NASA o la Oficina Nacional de Administración Oceánica (NOAA, por sus siglas en inglés) explican que las actividades humanas emiten cada año entre 60 y 100 veces más dióxido de carbono que el que expulsan de manera natural todos los volcanes. Es decir, todas las erupciones de un año no emiten ni el 2% del CO₂ que emitimos los seres humanos.

«El Etna, situado en Sicilia, entra en erupción, emitiendo toneladas métricas de dióxido de carbono… Tal vez habría que prohibirlo para que no emita tanto CO2 como tu coche diésel, ¿no crees?»

De acuerdo con la NOAA, algunas erupciones ocasionales “son bastante potentes como para liberar dióxido de carbono a un ritmo que coincide o incluso supera la tasa global de emisiones humanas durante unas pocas horas”, pero son acontecimientos “muy poco frecuentes”. Como ejemplo, la institución norteamericana menciona las erupciones de Saint Helens (1980) y Pinatubo (1991), que liberaron CO₂ en una escala similar a la producción humana durante unas nueve horas. Aun así, la oficina recuerda que “las emisiones humanas de dióxido de carbono continúan día tras día, mas tras mes, año tras año”, mientras que la erupción de los volcanes es limitada.

Tal y como ya explicó a Verificat el geocientífico en la Universidad de Leicester Marc K. Reichow para una verificación similar en 2023, “hay al menos 4 o 5 erupciones volcánicas cada día en la Tierra durante todo el año. Las estimaciones sobre la cantidad de gas liberado a través de estos procesos varían, pero normalmente son de la orden de 280 a 400 millones de toneladas al año comparado con una producción anual relacionada con la actividad humana de 37.000 millones de toneladas”.

Igual que estos fenómenos naturales, la desinformación sobre el tema es cíclica. Ya en 2015, miembros de la International Fact-Checking Network (IFCN) como USA Today desmintieron que, precisamente, el Etna emitiera 10.000 veces más CO₂ que la actividad humana. Otras agencias, como Associated Press (AP) o Agence France-Presse (AFP) verificaron una desinformación similar donde se afirmaba que los volcanes emiten más dióxido de carbono que los humanos.

¿Qué efecto tienen los volcanes sobre el clima?

De acuerdo con un estudio reciente llevado a cabo por el equipo de geólogos de las universidades de Florencia y de Colonia junto con el Instituto de Geología Ambiental y Geoingeniería del Consejo Nacional de Investigación de Italia (CNR, por sus siglas en italiano), el volcán Etna emite cantidades de CO₂ mucho más altas que los otros volcanes activos. La razón que lo explica es que hay tanques de carbono al subsuelo del sur de Italia que liberan dióxido de carbono cuando entra en movimiento la placa Jónica, una pequeña placa tectónica local.

Con estas emisiones, los volcanes también producen y envían a la atmósfera cenizas volcánicas y partículas de aerosol que hacen justamente el contrario: reflejan la luz solar y la devuelven en el espacio. Estos elementos hacen que, generalmente, las erupciones no se traduzcan en el calentamiento del clima, sino que tengan un efecto opuesto.

Ahora bien, puede haber excepciones como en el caso de la erupción el enero de 2022 del volcán submarino Hunga Tonga. El acontecimiento envió a la atmósfera una gran cantidad de vapor de agua, otro gas invernadero, y varios mensajes virales aprovecharon para apuntar a esta erupción como causa del año caluroso que se estaba sufriendo. Tal y como recopilamos con la información publicada por varias voces expertas, el vapor de agua expulsado hacia la estratosfera puede aumentar las temperaturas hasta que el gas se disipe, es decir, con unos efectos limitados en un periodo de tiempo muy concreto y, aun así, sus efectos sobre la temperatura global se consideran pequeños.

De hecho, la organización Berkeley Earth determinó en un estudio de 2023 que la afectación del volcán al aumento de temperatura es de menos de 0,05 °C, mientras que la actividad humana sumaba un impacto de casi 0,2 °C por década. Unas cifras similares ya las apuntó el 2022 la científica atmosférica del Instituto Tecnológico de Massachusetts (EE. UU.) Susan Solomon en un artículo en The New York Times.

Aún asi, a lo largo de la historia del planeta sí que ha habido erupciones que han llegado a alterar el curso climático, como la erupción de los traps siberianos, que favoreció a una extinción masiva hace 252 millones de años, en parte, producida por las emisiones de gases como el dióxido de carbono y el metano.