Cómo nuestras emociones nos pueden jugar malas pasadas
Las desinformaciones están escritas y diseñadas para causar un fuerte impacto en las personas que las leen.
Si bien los bots son peligrosas herramientas de difusión de desinformación, los transmisores más importantes de falsedades somos las personas. Este es uno de los hallazgos de un estudio del Massachussets Institute of Technology (MIT), que también concluye que las mentiras se difunden más rápida y masivamente que la información veraz.
Esto se debe, en parte, a que las desinformaciones están escritas y diseñadas para causar un fuerte impacto en las personas que las leen. A menudo, contienen textos sensacionalistas, un lenguaje muy emotivo o imágenes llamativas que captan rápidamente la atención de nuestro cerebro y que nos generan sorpresa, rabia, miedo o morbo. Estas emociones nos hacen reaccionar de una forma más impulsiva y compartirlas con más facilidad.
Dicho de otra forma, somos especialmente susceptibles a difundir desinformación, sobre todo si esta nos indigna o nos genera curiosidad. Es por esto por lo que tenemos que ser especialmente vigilantes con aquellas noticias, mensajes de WhatsApp o publicaciones en las redes que estén escritas de manera impactante o que nos generen fuertes emociones.
Un claro ejemplo son las desinformaciones racistas y xenófobas, que buscan apelar a un sentimiento de rabia y rechazo para atacar a personas migradas, quienes en realidad viven en una situación de vulnerabilidad. Hace un tiempo, en Verificat desmentimos que las personas que lanzaron un perro por encima de una valla fuesen menores no acompañados, como decía una publicación viral de Twitter. En realidad, el vídeo se grabó en Israel el 2015, pero la cuenta que lo compartió lo descontextualizó para generar rechazo hacia el colectivo de personas menores migradas.
Otro ejemplo similar es el del cartel xenófobo que Vox instaló en el metro de Madrid durante la campaña de las elecciones autonómicas. En el cartel, se afirmaba que cada menor no acompañado costaba al gobierno 4.700 euros al mes, mientras que “tu abuela” solo recibía una pensión mensual de 426 euros. Estos datos, desmentidos por las compañeras de Newtral, buscaban crear un sentimiento de indignación o injusticia para generar rechazo hacia las personas migradas.
Ser conscientes de las emociones que nos despierta una información nos puede ayudar a analizarla más críticamente. Para esto, debemos estar alerta cuando leemos contenidos muy impactantes y no dejarnos llevar por la emoción que nos hayan podido causar. Como más irrefrenables sean las ganas que tengamos de compartirlos, más importante es pararnos a pensar y verificarlos.
Si sospecháis que una publicación podría ser engañosa, os recomendamos seguir los pasos de nuestra guía sobre cómo actuar ante una información sospechosa. Antes de darla por buena, comprobad siempre la fiabilidad de quién la publica (aquí tenéis algunos consejos para detectar cuentas falsad en Twitter), revisad que la noticia sea actual, que las fuentes que utiliza sean serias y, si todavía no lo tenéis claro, mirad si algún medio de fact-checking la ha verificado. Y recordad: si no estáis seguros de que la información es cierta, ¡no la compartáis!