Carolina Orozco: “Las lógicas de mercado usan a los inmigrantes de chivo expiatorio”
Entrevista a la investigadora autora de la tesis Vivienda compartida e inmigración: análisis del subarriendo y el alquiler de habitaciones en el área metropolitana de Barcelona.
Entrevista a la investigadora autora de la tesis Vivienda compartida e inmigración: análisis del subarriendo y el alquiler de habitaciones en el área metropolitana de Barcelona.
¿Quién es?
Carolina Orozco es investigadora predoctoral en el grupo Territorio, Población y Ciudadanía de la Universidad de Barcelona (UB).
¿De qué hablaremos?
Del impacto de la inmigración en el mercado de alquiler.
Carolina Orozco (Colombia, 1989) es investigadora predoctoral en el grupo Territorio, Población y Ciudadanía de la Universidad de Barcelona (UB).
El alquiler y la inmigración son la columna vertebral de su trayectoria académica. Más concretamente, el espacio gris que habita el subarriendo de habitaciones. En sus investigaciones combina datos y entrevistas para mostrar el impacto del alquiler de habitaciones en la experiencia migratoria.
A pocos meses de presentar su tesis doctoral: Vivienda compartida e inmigración: análisis del subarriendo y el alquiler de habitaciones en el área metropolitana de Barcelona, Orozco habla con Verificat para analizar el impacto de los diferentes perfiles de migrantes en la realidad de la vivienda en Barcelona.
P: Las personas extranjeras dedican más porcentaje de su renta en general al alquiler. Son datos de Barcelona, pero otras cifras estatales representan una realidad similar. ¿Por qué?
R: Tanto la emancipación del hogar, como la llegada de inmigración se dan en edades jóvenes, entre 25 y 34 años. Por otra parte, la proporción de vivienda en propiedad entre la población nativa es muchísimo más alta que entre la población inmigrante, donde prácticamente el 70% está de alquiler.
Otro factor tiene que ver con la evolución de los precios: no es lo mismo una vivienda encontrada hace diez años con un precio que, pese a que ha ido aumentando año a año, no es tan alto, que una vivienda con un nuevo contrato con precios actuales y súper elevados. Muchos inmigrantes han llegado recientemente, con la recuperación económica posterior a la crisis de la burbuja inmobiliaria. La arribada de personas migrantes ha crecido año a año y esto también ha conllevado que los recién llegados paguen los precios actuales, más elevados.
Además, los inmigrantes muchas veces no tienen una red de apoyo que pueda acogerles. O pagas lo que piden o te vas a la calle. Son más vulnerables a tener que aceptar abusos por esta urgencia de vivienda.
P: Como observadores del discurso de odio, hemos detectado mensajes que responsabilizan a los inmigrantes del aumento de precios de alquiler. Hay un consenso en que la inmigración afecta, pero, ¿cuál es su peso real?
R: Es una parte. En un mercado tradicional de cualquier bien de consumo, al haber más demanda y una oferta limitada, suben los precios. Pero en la vivienda es diferente, porque la oferta es limitada, pero podría haber sido suficiente si se hubiese invertido en políticas de vivienda estables. Desde la burbuja inmobiliaria se dejó de construir. De hecho, cuando la demanda de vivienda venía de hogares de población autóctona, se construía, iba en paralelo. Pero cuando esta demanda de vivienda ha empezado a ser de población inmigrada, inmediata e impredecible, se ha dejado de construir.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que a raíz de la burbuja inmobiliaria y para reactivar la economía surgieron sociedades de inversión que adquirieron el parque de vivienda construida. A partir de allí se empezó a ver la vivienda como un bien de mercado más: empezaba a dar alta rentabilidad. Hay unos hilos muy superiores que se están moviendo para que el precio de la vivienda siga subiendo y estos inversionistas que han metido todo su dinero allí puedan tener retorno. El problema está aquí y no en las personas que vienen de fuera.
«Cuando la demanda procede de población inmigrada se ha dejado de construir»
P: También se habla del impacto del turismo. Crecen los alquileres turísticos y de temporada, ¿y bajan los de larga estancia?
R: Es cierto que con los alquileres vacacionales sacan más dinero y más rápido. El alquiler de temporada se utilizaba muy poco, pero con la pandemia, como no había turismo, se potenciaron los contratos temporales. La regulación de precios dejó fuera los alquileres de temporada y de habitaciones, y todas las personas que especulaban empezaron a pasarse a lo que más dinero da. Al final, son lógicas del mercado que intentan usar de chivo expiatorio a la inmigración. Si no hubiese inmigración estarían culpando a los jóvenes o a cualquier otro colectivo.
Es verdad que hay una demanda que ha llegado repentinamente, que no se ha construido como se debería en los últimos años, que no hay suficiente vivienda social para cubrir las necesidades de las personas con rentas más bajas o quienes más lo necesiten. Todo eso es cierto. Pero también lo es que los que mueven los hilos son estas dinámicas globales de inversión inmobiliaria.
Hay más demanda porque ha llegado mucha gente, pero también hay parte de responsabilidad en la mala planificación, de permitir este tipo de inversiones y de no regular estos otros mercados. O sea, se cierra una puerta, pero se abren tres más por donde se escapa el parque residencial.
P: Hablamos de personas que han llegado como un grupo homogéneo, pero no todas son iguales. ¿Quiénes representan una amenaza para la gente local?
R: Para la gente local que busca vivienda y teniendo en cuenta los hogares que se disuelven y los hogares que se crean, los inmigrantes no serían competencia. Sin los inmigrantes sobrarían viviendas. La competencia aparece cuando se empieza a quitar oferta para otros usos y ni se construye ni se rehabilita. Pero es una competencia de todos contra todos, también de migrantes contra migrantes.
Con la fiebre del teletrabajo y los precios más bajos en el confinamiento, aparecieron los nómadas digitales, o ex-pats. En este afán de sacar más dinero, si ven que es un perfil que paga lo que piden, también empiezan a subir los precios.
Pero la realidad es la de un mercado dual de habitaciones residenciales en Barcelona. Hay una oferta de habitaciones un poco más económicas, concentrada en zonas donde hay migración procedente principalmente del sur global. Entonces, relacionamos que estas ofertas de habitaciones están más enfocadas a este tipo de personas. Por otro lado, hay unas zonas justo en la Rambla, a ambos lados, con precios de habitaciones exageradamente caros. Y daba la coincidencia que en esas secciones censales es donde está empadronada la gente del norte global. Empezamos a ver que sí que hay esta correlación entre el precio de las habitaciones y la localización.
Existe un reemplazo de la población autóctona o migrantes del sur global de rentas bajas, por ejemplo en Ciutat Vella, que están siendo reemplazados por migrantes de rentas altas, del norte global. Hay unas secciones censales donde incluso llegan a ser el 25% de los empadronados, que es un montón.
«Estas dificultades que los migrantes empezaron a sufrir hace unos 5-10 años están empezando a experimentarlas los españoles»
P: En tu tesis hablas del subarriendo de habitaciones como una forma de vivienda frecuente en Barcelona por parte de extranjeros. ¿Qué posibilidades tienen de salir de esta situación de precariedad?
R: Durante la inserción residencial, antes alquilabas una habitación como algo temporal, mientras solucionabas el tema del trabajo o papeles, y luego ya pasabas a alquilar un piso hasta que, paso a paso, culminabas esta inserción. Es decir, tener las mismas condiciones residenciales que la población autóctona, que podía elegir entre un alquiler o comprarse un piso. Ahora lo que eran trayectorias residenciales ascendentes ha pasado al proceso inverso, trayectorias residenciales precarias con gente que no puede salir del circuito de habitaciones
Y las personas que han llegado más recientemente tienen más complicado avanzar en su trayectoria y salir de estas condiciones precarias. Antes, con el tiempo y con la edad, los migrantes iban alcanzando números muy cercanos a los de los autóctonos en términos de propiedad. Pero cada vez es más difícil igualar el comportamiento residencial de los españoles. De hecho, entre los españoles también se ve un descenso de la propiedad, sobre todo entre gente joven. Estas dificultades que los migrantes empezaron a sufrir hace unos 5-10 años están empezando a experimentarlas los españoles.