Amanda Bernal: “En los talleres que hago existe dos pilares fundamentales: el pensamiento crítico y reducir la mirada juiciosa.”
Cuando miro con el alumnado las imágenes, parto de diversos criterios. Uno de ellos es las expectativas que tenemos de la imagen. Puede ser una expectativa informativa, pero también puede ser un placer visual.
Cuando miro con el alumnado las imágenes, parto de diversos criterios. Uno de ellos es las expectativas que tenemos de la imagen. Puede ser una expectativa informativa, pero también puede ser un placer visual.
Amanda Bernal —antropóloga, gestora cultural y fotógrafa— es investigadora en el proyecto Visual Trust (UB), codirectora del festival de fotografía Lumínic y también publica artículos de opinión en elCugatenc. Actualmente, está investigando cómo se genera la confianza en la fotografía y el cine documental. Juntamente con Visual Trust, Amanda Bernal colaboró en la confección de la Cápsula 5. El poder de la imagen de nuestro proyecto educativo Desfake.
En la Cápsula 5 hablamos de deepfakes y de inteligencia artificial como método de manipulación y desinformación posible. Pero, cambiemos un poco de perspectiva. ¿En qué ocasiones, si las hay, la inteligencia artificial tiene implicaciones positivas a la hora de crear imágenes o, en general, en nuestra relación con las imágenes?
La inteligencia artificial tiene muchas aplicaciones y se puede hacer un uso más adecuado o más destructivo. Desde el proyecto estamos intentando aproximarnos a la inteligencia artificial desde un punto de vista positivo y nutritivo. Usar la IA como una herramienta pedagógica, de dinamización de grupos y de exploración de otros campos estéticos o simbólicos con los artistas, fotógrafos y científicos. Esta es nuestra perspectiva, pero nunca querría imponerla porque hay sectores muy golpeados por la IA —como la ilustración y el diseño— donde la gestión es compleja.
Entonces, ¿cuál es la parte positiva? Hay muchas plataformas, hay muchas formas de usar la inteligencia artificial y ofrece un abanico de creatividad a la hora de inventarnos nuevas metodologías y, por tanto, es muy aplicable a diferentes investigaciones. En mi caso, en la tarea que estoy haciendo —fotoperiodismo y cine documental— la estoy utilizando con grupos focales en un instituto público. En los talleres, generamos unas imágenes y montamos una exposición dentro del centro. Así, aprovechamos la IA para trabajar los estereotipos de género. Es decir, todos los estereotipos que llenan los grandes archivos y colecciones de imágenes que, a través de una serie de algoritmos, alimentan las bases de datos que usa la inteligencia artificial.
Cuando le pedimos a la IA que nos cree una imagen, coge estos archivos sesgados. A veces parece que internet sea una base de datos neutra y no es así, lo hemos creado con subjetividades y está sesgado. El alumnado puede ver toda esta cultura visual y sus limitaciones, pero no solo esto, sino que también puede hacer una relectura de los estereotipos que forman parte de nuestro criterio. Cuando el alumnado se da cuenta de que ha incorporado sus sesgos, hace un clic y son estos clics los que me interesan. Estos clics nos ayudan a relacionarnos mejor con nuestro entorno, con las personas y a entender el mundo desde diferentes perspectivas: a ser más contemplativos y menos interpretativos. Igual que las imágenes, son los usos que le damos a la IA, las experiencias subjetivas que cada uno puede tener.
No podemos dejar de creer en todo lo que vemos. Entonces, de cara a los centros educativos, ¿cómo trabajamos con el alumnado la observación crítica de las imágenes sin caer en el cinismo y la desconfianza total?
Cuando miro con el alumnado las imágenes, parto de diversos criterios. Uno de ellos es las expectativas que tenemos de la imagen. Puede ser una expectativa informativa, pero también puede ser un placer visual. Estas imágenes no son falsas porque no tienen un servicio informativo. Es importante analizar con el alumnado la expectativa, si es informativa, entonces aplicamos una serie de criterios: de dónde viene la imagen, la forma, el color, las sombras, cosas que no cuadran o el contexto sociopolítico y sociocultural.
Pienso que es relevante detectar a qué servicio responde y, desde aquí, podemos ver si el uso de las imágenes es lícito o ilícito, si quiere engañarnos o si sirve a un propósito informativo. Con el alumnado intento explorar las diferentes sensaciones y experiencias individuales, colectivas o comunitarias que la imagen nos despierta. No todo es mentira, pero tampoco todo es verdad, nos cuestionamos qué quiere decir que alguna cosa es cierta.
Desde una visión estricta, una imagen es cierta porque existe en sí misma como imagen. El tema es que si esta imagen quiere ilustrar un hecho de actualidad, entonces tiene que seguir una serie de criterios informativos. No todo es inteligencia artificial, el encuadre, por ejemplo, también puede ser una forma de manipulación. La manipulación y de imágenes hace mucho que existe, con la imagen analógica ya se hacía. Tenemos documentos de archivos políticos porque no formaba parte del pacto de gobierno y, por tanto, era estéticamente irrelevante. ¿Esto es manipulación o no lo es? Aunque aparentemente no cambia el contenido esencial, sí que es una manipulación omitir un personaje que afectaba a la escena.
No podemos caer en el cinismo, pero tampoco podemos caer en una actitud ingenua y estar limitadas por el sentido de pensar que el problema que tenemos no ha existido nunca. La manipulación tiene un valor histórico y vale la pena tener esta visión en cuenta para encontrar soluciones creativas para gestionarla.
En los talleres que hago existe dos pilares fundamentales: el pensamiento crítico y reducir la mirada juiciosa. Ser juicioso no quiere decir dejar de tener pensamiento crítico, sino dejar atrás los estereotipos y poder estar más abiertos. Cuando estamos más abiertos, somos capaces de un pensamiento crítico porque podemos tener una visión de 180∘. Así no somos tan vulnerables a la desinformación.
Finalmente, te quería preguntar sobre el poder de los símbolos que usamos para comunicarnos en internet. GIFs, emoticonos… ¿Por qué elegimos una imagen por encima de escribir un mensaje?
La comunicación no verbal es la mitad de lo que decimos, la comunicación únicamente por mensaje de texto no es suficiente. WhatsApp introduce mensajes de voz y mensajes de vídeo, Instagram también introduce mensajes de video y todos nos desesperamos porque solo pueden ser de un minuto y nos gusta hacer pódcast. Estos complementos nos demuestran cómo de importante es la piel, en el sentido de expresar las emociones, de entender qué nos dice el cuerpo del otro cuando nos comunicamos.
Está la parte de la presencia, de tener a la persona delante, de lo que expresa con el cuerpo y de lo que leemos. Si hablamos con alguien y lo silenciamos, podemos intuir qué nos quiere decir por sus ojos, cómo se expresa, la velocidad con la que lo hace… Por esto necesitamos los iconos y los símbolos. Cuando envío una frase y le pongo el emoticono del beso con un corazón, estoy matizando “te lo digo con amor”, “de buen rollo”, “te quiero”. Toda una serie de afectos que matizan, aquello que no nos atrevemos a decir o que no podemos expresar con palabras. En persona, esto lo expresamos con el cuerpo, los gestos, pero en línea nos hacen falta herramientas diferentes. Los símbolos, los emoticonos son todo un campo de estudio apasionante.