Charo Sádaba Chalezquer: “La adopción de los dispositivos digitales tiene que ser progresiva”

Charo Sádaba Chalezquer es Doctora en Comunicación y Catedrática de Publicidad en la Facultad de …

Charo Sádaba Chalezquer es Doctora en Comunicación y Catedrática de Publicidad en la Facultad de …

Tres nens a una biblioteca mirant una pantalla d'ordinador
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Charo Sádaba Chalezquer es Doctora en Comunicación y Catedrática de Publicidad en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, de la que es Decana desde 2017. Es una de las expertas del comité tras el Informe para el desarrollo de un entorno digital seguro para la juventud y la infancia. En esta entrevista hablamos del informe, de los riesgos asociados a las pantallas y del debate que se ha generado en torno a este fenómeno. 

¿Cuáles son los principales riesgos del uso excesivo de pantallas en niños y adolescentes, según el Informe del comité de personas expertas para el desarrollo de un entorno digital seguro para la juventud y la infancia? ¿Son riesgos demostrados científicamente o todavía existe debate?

No hace falta dedicarse a la investigación para ser consciente de que muchas de las cosas sobre las que el informe se pronuncia, están basadas en evidencias científicas que no son concluyentes. Nos encontramos con que algunos de los estudios apoyan las medidas que el informe propone, pero también hay otros que no lo tienen tan claro o incluso que apuntan en sentido contrario. 

Entre las personas expertas del informe, ha tenido mucho peso el grupo de salud y el dedicado a la privacidad —con una perspectiva de protección de datos. Este contexto es importante para entender las medidas, así como el hecho que en el ámbito médico se trabaja siempre con evidencia científica y no afirman nada sin apoyarse en estudios. Sí que es cierto que muchas veces los estudios parten de grupos de población que tienen un problema de salud. Si esto se mirara con un grupo que no presenta el problema, podría ser que la prevalencia de estos fenómenos fuera menor. 

Tanto el grupo de pediatría como el de privacidad se centran en la prevención de daños. En cuanto a la privacidad, esto puede implicar desde perder datos personales, a la intimidad e incluso a datos biométricos, como vimos hace unos meses, que algunos jóvenes vendieron datos de su iris por criptomonedas a OpenAI. Existe el riesgo de perder autonomía y control, libertad sobre los datos personales. Y, luego, en cuanto al ámbito de la salud, se hace mucho énfasis en cómo la tecnología puede llevar a una pérdida de capacidad de concentración, a la adicción, o en la exposición a contenidos particularmente negativos que pueden incidir en trastornos de la conducta o trastornos de conducta alimentaria. 

Por otro lado, existen otros riesgos que levanta el informe que son más sociales, más coyunturales, como, por ejemplo, la cuestión de la pornografía. En este punto, la exposición excesiva, sin control, sin mediación y sin contexto a este tipo de contenidos por parte de menores de edad, no solamente puede generarles una concepción del sexo y de las relaciones sexuales que no atienda a la realidad. A la larga, esto pueda generar frustración, que se traspase a sus relaciones interpersonales, a lo que esperan de una pareja y de las relaciones e incluso llegando a la violencia sexual en algunos casos. 

En el ámbito de la educación, que es el que yo he trabajado, la tecnología plantea riesgos que tienen que ver con la dispersión, de qué manera afecta a la capacidad de atención del alumnado y qué efecto puede tener en su aprendizaje. En el sentido que están expuestos a muchísimos estímulos visuales en contenidos muy breves, y cómo puede incidir esto en su capacidad de estar atentos a una exposición de cinco minutos en el aula. 

A raíz del informe, se ha hablado en los medios de peligros asociados a las pantallas, pero, en última instancia, ¿estamos hablando de contenido? ¿De cómo está diseñado y administrado? 

A veces la opinión pública tiende a simplificar, como ha pasado con la interpretación de los resultados del informe. Hay confusión sobre de qué hablamos cuando, por lo general, la mayoría de debates más agresivos se central en el móvil. Y, aun así, no hablamos únicamente del dispositivo, sino sobre de qué manera y a qué tipo de contenidos estamos expuestos cuando tenemos un dispositivo de carácter personal que nos permite conectarnos desde cualquier lugar, a cualquier hora. Desde un punto de vista educativo, cuando hablamos de tecnología, el móvil normalmente ni se contempla. Se habla de otro tipo de pantalla como gafas de realidad virtual, pizarras digitales, portátiles o  tablets. El problema de centrar el debate sobre si móvil sí o móvil no, no es que nos podemos quedar en la superficie del fenómeno. 

Sobre la segunda parte de la pregunta, el informe recomienda que no haya un uso de pantallas hasta los seis años y que, en caso de que hiciera falta darle un dispositivo al niño o niña, que fuera sin acceso a internet hasta los 16 años. 

Sobre este punto, unos días antes de la publicación del informe, la Asociación Española de Pediatría actualizó sus recomendaciones sobre el uso de pantallas exactamente en esta línea: de 0 a 6 años, no uso de pantallas. 

Los pediatras norteamericanos tienen, sin embargo, unas recomendaciones distintas:hasta los 24 meses, recomiendan el uso más esporádico posible de la pantalla. La razón que dan son similares a las de los pediatras españoles:s que puede interferir con el desarrollo neuronal de los bebés. No pasa nada con poner al bebé delante del móvil para hablar por videollamada con su abuelo, pero este no puede convertirse en una herramienta lúdica. A partir de los 6 años, recomiendan no sobrepasar nunca la hora diaria, de ser necesario, pero excluyen el uso educativo. En este sentido, estas dos asociaciones nacionales de pediatría difieren en las recomendaciones. Nadie pone en duda que hasta los 2 años la mejor receta es nada de pantallas, pero a partir de los 2, hay debate. 

Entonces, ¿esto incluye ver dibujos o películas? El espíritu del informe no iba tanto por aquí, sino que gran parte del debate se centra en si un menor está o no listo para recibir un dispositivo personal con acceso ilimitado a internet. Me parece de sentido común decir que la adopción de estos dispositivos tiene que ser progresiva. Por supuesto, no parece sensato que un menor de 6 haga un uso no monitorizado de esos contenidos, no tanto como porque la pantalla pueda interferir en sus procesos biológicos y neuronales como en los más pequeños, sino  en su capacidad de procesar los contenidos. Una imagen de un avión que se estrella, una persona desnuda, ¿cómo lo interpreta un niño de 4 o 5 años y qué puede suponer en su desarrollo personal? Cuando llegamos a la edad de la preadolescencia y adolescencia, aparece la necesidad de la alfabetización mediática.  Necesitamos un acompañamiento que permita empezar a ganar autonomía. 

Hasta los 6 o los 8 años, igual no quiero que mi hijo baje solo en ascensor. Pero, a partir de los 8, yo le espero abajo y su padre arriba y luego quizá habrá un día que le pido que vaya solo a buscar el correo. Progresivo, con una educación y un acompañamiento. Esta es una cosa que hemos discutido en el comité, estoy contenta que hemos ganado toda una parte de AMI que es relevante, pero que quizá no tiene tanto brillo como una medida llamativa que dice 0 a 6 cero pantallas. Aquí, la evidencia científica no te puede soportar ese tipo de afirmaciones, la evidencia está en el terreno de los grises, y el terreno de los grises es poco atractivo para los medios de comunicación. Es muy difícil establecer relaciones causales, y mucho menos causales significativas. Nos movemos en un terreno de grises y muchas veces el legislador lo que quiere es algo sencillo porque los grises son muy difíciles de recomendar y de regular.

Estamos hablando que no se trata tanto de una edad exacta de tener el móvil, sino de preguntarnos, si estamos dando este móvil a un adolescente, si este ha sido formado en AMI para poder tener la capacidad de hacer un uso responsable. 

Fijar las edades de una manera tan drástica tiene un riesgo. No damos un móvil a los 12 años, ¿pero a los 16 está listo? ¿Ha habido esta progresión y formación? ¿Se lo puedo dar durante el verano o el fin de semana? Entre el sí y el no, hay muchas más posibilidades que dependen también de la propia madurez del adolescente. 

Este tipo de mensajes  tienen un punto de contraproducente porque generan falsa seguridad. Mientras yo no haga esto, estoy seguro. Y no. El mundo en el que va a vivir estos adolescentes es un mundo digital y que no le hayas dado un dispositivo móvil no quiere decir que no esté usando TikTok en el móvil de un colega o accediendo a estos contenidos. 

Me parece que el esfuerzo que se ha hecho ha sido notable y se ha trabajado para tener un diagnóstico de este tipo. Entre los miembros del comité hubo una reclamación al Ministerio para dejar constancia de que el informe debía ser un documento vivo. Porque las evidencias no son concluyentes y ahora defiendo algo, que quizá en un tiempo, gracias a un estudio longitudinal, cambia mi conocimiento. Pero a día de hoy no contamos con estos estudios. Me parece que eso también hay que tenerlo en cuenta, que no hay que coger este informe como si estuviera tallado en piedra, sino que es lo que se ha podido hacer a día de hoy con la información disponible.