Útiles en casos concretos, pero no en general: ¿qué sabemos sobre la efectividad de los probióticos?
Aunque puedan ayudar en situaciones específicas, no hay evidencia para su uso general
Aunque puedan ayudar en situaciones específicas, no hay evidencia para su uso general
¿Qué se ha dicho?
Que los probióticos pueden tratar o prevenir diversas enfermedades y mejorar la salud de forma generalizada.
¿Qué sabemos?
Los probióticos tienen beneficios demostrados en situaciones concretas, como la prevención de la diarrea asociada a antibióticos, pero no existe evidencia sólida que respalde su uso universal para todas las enfermedades o condiciones de salud.
Cuando pedimos antibióticos en la farmacia, es común que también nos ofrezcan probióticos para evitar la diarrea asociada a su consumo. Algunas publicaciones en redes van más allá y los recomiendan para tratar otras enfermedades e incluso como un complemento diario. Pero ¿son realmente útiles y necesarios estos suplementos alimentarios?
Los probióticos pueden prevenir la diarrea causada por antibióticos en algunos casos, pero no funcionan para todas las personas ni para todas las enfermedades. En el día a día, consumir alimentos fermentados como yogures no pasteurizados, quesos curados, kéfir, kombucha, kimchi o simplemente seguir una dieta rica en vegetales es suficiente para restablecer la flora bacteriana y mantenerla saludable. Sin embargo, el efecto de los probióticos —tanto los que contienen los alimentos como los suplementos— depende de la concentración y del tipo de bacterias que contengan.
Cuando nos recetan antibióticos, es necesario tomar también probióticos para prevenir la diarrea
La microbiota es el conjunto de microorganismos que viven en diferentes partes del cuerpo humano, especialmente en el intestino. Este ecosistema microbiano incluye bacterias, virus, hongos y otros organismos que interactúan con nuestro cuerpo. Cuando alguien consume antibióticos, esta microbiota intestinal puede desequilibrarse, ya que el fármaco reduce la población bacteriana, lo que puede dar lugar a la llamada diarrea asociada a antibióticos, que puede ir acompañada de dolor, náuseas e incluso fiebre. Esta condición afecta a entre un 5 % y un 20 % de las personas que han tomado antibióticos.
Una forma de prevenirla es consumir probióticos, bacterias y levaduras vivas que ayudan a restaurar la flora bacteriana del organismo. De hecho, son un complemento alimentario considerado seguro que algunas farmacias suelen ofrecer cuando alguien compra antibióticos. Los estudios han encontrado que funcionan para prevenirla en un 37 % de los casos, según este metaanálisis realizado sobre más de 11.000 pacientes. Una revisión sistemática en niños encontró que nueve tendrían que tomar probióticos para que uno evitara la diarrea.
Su eficacia depende de los microorganismos específicos que contenga cada suplemento, la dosis y la microbiota de cada persona, ya que esta varía mucho entre individuos. Por ello, no se recomienda su consumo de forma habitual ni para toda la población.
Comer yogures y alimentos fermentados puede contribuir al aporte de probióticos, pero depende de si contienen bacterias vivas y activas. Los yogures pasteurizados no contienen probióticos, ya que las bacterias están muertas. La eficacia de los yogures para mejorar esta diarrea asociada a antibióticos se ha analizado en diversos estudios —como este o este otro— y en alguna revisión sistemática, pero los resultados siempre han sido poco concluyentes.
De todas formas, tal como afirma en declaraciones a Verificat Àlex Blasco, del servicio de dietética y nutrición del Hospital de Sant Pau, es más recomendable (y económico) seguir una dieta equilibrada y rica en fibra, basada en frutas y verduras, que tomar probióticos de forma habitual.
Probióticos y prebióticos
Es habitual que los probióticos de farmacia también contengan prebióticos. Ambos términos hacen referencia a cosas diferentes, y uno complementa al otro. Como ya hemos dicho, los probióticos son organismos vivos, bacterias o levaduras que mantienen la flora intestinal y el tracto digestivo en buen estado.
En cambio, los prebióticos son sustancias no digeribles (normalmente fibras) que se encuentran en gran variedad de alimentos como frutas y verduras, y que sirven de alimento para las bacterias beneficiosas de la microbiota intestinal que tenemos en el organismo.
Evidencia limitada y específica
Aunque la utilidad de los probióticos está demostrada sobre todo en la prevención y tratamiento de las diarreas, estos complementos pueden utilizarse para tratar diferentes alteraciones, como infecciones urinarias, malestar digestivo, entre otras, tal como explica la Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos (ISAPP). También la Sociedad Española de Microbiota, Probióticos y Prebióticos (SEMiPyP) indica que hay muchos tipos de probióticos y prebióticos, y no todos tienen la misma función. Sin embargo, no hay estudios que avalen la eficacia ni la indicación de todos los probióticos para todas las causas.
Muchas investigaciones que avalan el uso de probióticos se basan en casos concretos, la mayoría digestivos, como la prevención de diarrea asociada a antibióticos, de la que ya hemos hablado, o la diarrea infecciosa. Así lo explica la Organización Mundial de Gastroenterología. Por ejemplo, las cepas de Lactobacillus rhamnosus GG o Saccharomyces boulardii han mostrado beneficios en esta situación específica.
La evidencia es, por tanto, limitada. Muchos de los estudios publicados presentan carencias científicas que comprometen su calidad e imparcialidad. A menudo no incluyen un grupo de control adecuado, no logran descartar el efecto placebo, o no llegan a conclusiones claras, lo que limita la fiabilidad de sus resultados. De todas formas, sí se ha demostrado ampliamente que son complementos alimentarios seguros.
En definitiva, los contenidos que podemos encontrar en internet y que prometen que los probióticos son una cura universal para cualquier enfermedad son engañosos y carecen de fundamento científico.
Aunque pueden ayudar en casos específicos, no hay pruebas sólidas de su uso general, y existen alternativas naturales y económicas para cuidar la microbiota.