Azucena Vázquez: “Juntos, profesorado e IA, pueden formar un equipo poderoso”

Hablamos con Azucena Vázquez sobre cómo integrar la inteligencia artificial en las aulas

Hablamos con Azucena Vázquez sobre cómo integrar la inteligencia artificial en las aulas

Esta semana hemos hablado con Azucena Vázquez sobre cómo integrar la inteligencia artificial en las aulas. Con experiencia docente en todos los niveles educativos, es doctora en educación y tecnologías digitales, Directora de Transformación Digital en Escuela21, cofundadora de Ecosistema21 y una apasionada de la transformación educativa a través de metodologías activas e integrando tecnologías desde una perspectiva equitativa, inclusiva y ética.

¿Cuáles son los primeros pasos a seguir para integrar la IA de forma eficaz en el aula para fomentar el pensamiento crítico? 

En un mundo donde las tecnologías y la posibilidad de desinformación son omnipresentes, trabajar el pensamiento crítico en el uso de la IA es una responsabilidad. Es necesario acompañar al alumnado en la toma de decisiones informadas y reflexivas. Para responder a esta pregunta, me gustaría plantear tres puntos clave para integrar la IA en el aula de forma crítica: formación del profesorado para liderar el cambio, no perder de vista la función pedagógica y garantizar la equidad y la inclusión.

En cuanto a la formación del profesorado para liderar el cambio, es necesario que el profesorado entienda cómo funciona la IA, pero también los riesgos, las oportunidades y los posibles usos que se le pueden dar. Para ello, necesita recursos y apoyo de la administración y un marco regulador que nos guíe a todos los equipos docentes hacia un buen uso. En este sentido, también es importante tener la oportunidad de inspirarnos en experiencias de IA de referentes que ya existen y vale la pena escuchar. Por ejemplo, en el aula, Jorge Lobo, Juanda Rodríguez, Francisco Javier Álvarez, Pablo Dúo… O más cerca, Christian Negre o Núria Ferré. En el ámbito pedagógico, Miquel Àngel Prats; en equidad, Héctor Gardó; en personalización, Alfredo Hernando; en inclusión, Ana Municio, Vanessa Lusa, Sandra López; en evaluación, Jaume Feliu; y en transformación digital de centros, Núria Sabaté, directora de una escuela de alta complejidad y presidenta de Espiral; o en desinformación y IA, todo el equipo de Verificat.

El segundo punto clave es no perder de vista la función pedagógica. A veces puede pasar que olvidemos dónde tenemos el foco. Es bifocal. Por un lado, el destinatario y protagonista del proceso es el alumnado. Lo hacemos para el alumnado, para que desarrolle el pensamiento crítico con el uso de la IA. Y el otro foco está en el proceso pedagógico. Es decir, la IA no es una moda: es una herramienta que debe tener sentido educativo. Hay que aplicarla para acompañar al alumnado a aprender más y mejor, alcanzando los objetivos educativos. No se trata de tecnología por la tecnología, sino de aprender con sentido.

Y el tercer punto sería garantizar la equidad e inclusión en el aula. Trabajar la IA no puede crear nuevas barreras; debe romper las existentes. Un aula inclusiva es clave para lograr que la tecnología empodere a todos.

El objetivo no es integrar la IA, sino asegurar que su uso sea inclusivo, pedagógicamente significativo y crítico. Porque no se trata solo de enseñar IA, sino de aprender a vivir en un mundo con IA.

¿Qué competencias digitales son fundamentales que el docente adquiera para que esta integración funcione y sea productiva?

Para que la integración de la IA en el aula y en los procesos educativos sea efectiva y productiva, cada docente debe desarrollar competencias digitales que no solo le permitan utilizar la tecnología, sino también hacerlo con criterio pedagógico. En este sentido, algunas de las competencias digitales más fundamentales son: competencia en análisis crítico de la IA, en diseño tecnopedagógico, en privacidad de los datos, en fomento de la inclusión (también digital) y en gestión del cambio.

En cuanto a la competencia en análisis crítico de la IA, es necesario entender cómo funciona la IA, sus riesgos y cómo mitigarlos. Saber (y compartir con el claustro y el alumnado) que la IA no se basa en la verdad, sino en la probabilidad. En este sentido, trabajar con el alumnado significa ponerse las gafas de la desinformación y trabajar la necesidad de validar la información que se genera con IA.

Luego, la competencia en diseño tecnopedagógico. Es decir, saber cómo incorporar la IA en los procesos de aprendizaje para lograr que repercuta en el aprendizaje del alumnado. Aprovechar su potencial para la personalización, fomentando el aprendizaje teniendo en cuenta las necesidades e intereses del alumnado.

La tercera competencia sería en privacidad de los datos. Saber gestionar de forma responsable los datos. En este sentido, es necesario conocer la normativa de protección de datos y consultar la política de uso de los datos de las herramientas. Cada herramienta que usamos tiene unas condiciones de uso y es importante leerlas, porque nos indican qué hacen con esos datos. Por ejemplo, si los utilizan para entrenar otros modelos. Por lo tanto, es muy importante conocer esta información y ser conscientes de si estamos de acuerdo con ella o no y, si es necesario, buscar una alternativa que sea más coherente con nuestra visión crítica.

Luego, muy importante, no introducir datos personales y anonimizar los datos. Cuando uso la IA para automatizar ciertos procesos, como el de la evaluación, nunca pongo el nombre del alumnado.

La cuarta competencia sería en fomento de la inclusión (también digital). Es decir, garantizar que todas las personas del aula tengan acceso a las mismas oportunidades en relación con la IA. Y, por último, la competencia en gestión del cambio. Ser capaz de liderar procesos de innovación educativa y gestionar la introducción de la IA para provocar un impacto positivo en los procesos de enseñanza y aprendizaje.

¿Cómo pueden los docentes utilizar estas herramientas para tareas como la creación de materiales o la evaluación? ¿Qué podrá hacer la IA y qué deberá seguir haciendo el docente?

Tres posibles ámbitos clave de uso de la IA por parte de los equipos docentes podrían ser: la automatización de tareas mecánicas, el diseño de procesos y materiales personalizados e inclusivos, y el enriquecimiento de los procesos de evaluación.

La automatización de tareas mecánicas puede ser, por ejemplo, el análisis de datos de asistencia o de rendimiento académico que avise al tutor cuando se percibe alguna anomalía. En este caso, la IA no actúa, sino que avisa al profesorado para que pueda aplicar el protocolo y acercarse para ayudar. También procesos como crear horarios o redactar plantillas de correos electrónicos. Probablemente, hará falta revisar y retocar algunos aspectos, pero puede ser un buen comienzo. Esto permite a los equipos docentes liberar tiempo para dedicarse a lo que realmente importa.

El segundo ámbito es el diseño de procesos y materiales personalizados e inclusivos. Por ejemplo, haciendo programaciones multinivel que acompañen a todo el alumnado en su aprendizaje, facilitando una experiencia educativa única y significativa.

Y el tercer punto, el enriquecimiento de los procesos de evaluación. No hablo de calificación, hablo de retroalimentación efectiva que acompañe al alumnado y le sirva para avanzar en su aprendizaje. También es muy interesante el uso de la IA para evaluar los procesos docentes, detectando puntos débiles y aplicando propuestas de mejora. Aquí las palabras clave no serían “calificación” o “nota”, sino “acompañamiento”, “feedback” y, sobre todo, “aprendizaje”. También es muy interesante el uso de la IA para autoevaluarnos. Por ejemplo, yo he tomado la costumbre de usar una rúbrica y hacer una tabla donde pongo qué nivel de la rúbrica ha alcanzado cada estudiante. Adjunto esta tabla a la IA y le pido que analice los datos y me diga cuáles son los puntos débiles en el aprendizaje del alumnado y que me proponga actividades para mejorarlos. Entonces, la IA me ayuda a darme cuenta de cosas que no habría visto de otra manera. La IA es una ayudante que, siento, tiene la posibilidad de potenciarme como docente.

En este sentido, hay que contemplar que la IA nunca reemplazará al docente. Ninguna IA puede aportar el mismo grado de conocimiento, calidez, acompañamiento, inspiración, ilusión… que una maestra o un maestro. Pero sí es cierto que con su acompañamiento, el profesorado puede llegar más lejos en ciertos procesos. Juntos, docentes e IA como ayudante, pueden formar un equipo poderoso, pero siempre si se aplica una mirada ética y crítica, asegurando que la tecnología sirva para mejorar la educación, no para deshumanizarla. La tecnología puede hacer más efectivos ciertos procesos educativos, pero son siempre los equipos docentes los que dan sentido y alma al aprendizaje.