¿Por qué se ha estancado el recuento de muertes de la DANA?
Por ahora hay 89 desaparecidos y 217 víctimas mortales
Por ahora hay 89 desaparecidos y 217 víctimas mortales
El único dato de personas desaparecidas por la DANA de València es de 89 personas. El recuento se dio el pasado 5 de noviembre, una semana después de la catástrofe que ha dejado 217 muertos (211 al País Valenciano, cinco en Castilla-La Mancha y uno en Andalucía). Los hechos han generado muchas especulaciones en redes sociales sobre el número de víctimas, especialmente sobre cuántas personas continuaban desaparecidas bajo el barro y en edificios inundados.
Varios expertos explican a Verificat que, a pesar de que las autoridades tienen la obligación de informar a la población, el proceso de comprobación de las cifras es largo y complejo. En este sentido, recomiendan dar el máximo de información posible de manera transparente para no alimentar la desinformación. ¿Qué sabemos hasta ahora? ¡Te lo explicamos!
Después de dos días aumentando, del 30 de octubre al 1 de noviembre, el dato de víctimas mortales se mantuvo más o menos estable por encima de los 200 y, no se actualizó durante 48 horas, a pesar de que los trabajos continuaban. Durante estas horas, mientras la Generalitat Valenciana contabilizaba 210 víctimas, el ejecutivo español comunicaba 211. En una rueda de prensa del mismo martes 5 de noviembre, el jefe de la Unidad Militar de Emergencias (UME), Javier Marcos, declaró (minuto 20:47) que “inicialmente había una morgue para aproximadamente 100 difuntos”, pero que “rápidamente se vio que no era suficiente” y que se había previsto “una morgue con capacidad para 400”.
Los temores que los números de desaparecidos pudieran disparar el dato final de víctimas mortales, acompañados de acusaciones cruzadas entre administraciones, han alimentado la teoría de la conspiración, sin pruebas, que dice que se están escondiendo cuerpos.
Cuando los desaparecidos lo dejan de serlo
El dato de desapariciones que se especuló estaba estrechamente ligado al de llamadas al 112 con denuncias de personas que buscaban familiares que, después de la noche de los hechos, no habían vuelto a ver. Esta cifra se elevó a los miles el viernes 1 de noviembre, cuando eldiario.es publicó una copia del acta de la reunión del Centro de Cooperación Operativa Integrada (Cecopi) de la Generalitat Valenciana, el organismo responsable de gestionar las operaciones de rescate y limpieza, que situaba en 1.900 el número de llamadas y, por lo tanto, de potenciales desaparecidos. Ni el gobierno español ni el valenciano llegaron nunca a dar por válida la cifra de los 1.900 desaparecidos, pero tampoco publicaron una de alternativa, hasta que el 5 de noviembre, seis días después, comunicaron que eran 89.
“El número de desaparecidos no es el definitivo”, publicó el ministro de Transportes, Óscar Puente, a través de su cuenta de X. “En todo caso, la cifra, afortunadamente, ni se aproxima a las elevadas con las cuales se ha especulado”, añadió. Por un lado, la cifra podría aumentar con las desapariciones que no han sido reportadas, asegura el ministro. Esta cifra se puede reducir a medida que se llevan a cabo autopsias a las víctimas, se identifican y, si coinciden con la identidad de una persona denunciada por desaparecida, se puede eliminar de la lista.
Tal como apuntaba el ministro, sumar el número de desapariciones al de víctimas para calcular la cifra final de muertos “no es correcto”, porque de todas las víctimas varías decenas todavía no han sido identificadas y es posible que entre ellas haya personas desaparecidas.
Según los últimos datos oficiales comunicadas en el momento de publicar este artículo, y dadas por el gobierno a través de un portal habilitado, los forenses del Instituto de Medicina Legal han practicado ya 203 autopsias a víctimas, pero todavía no todas están identificadas.
¿Cómo funciona la comunicación de crisis?
David Alexander, catedrático de Gestión de Emergencias en la Universidad College London, explica a Verificat que “como norma, para evitar hinchar las cifras con sobreestimación y doble conteo, los datos tendrían que ser comprobados y verificados antes de ser trasladados al público. Las cifras definitivas pueden tardar hasta dos semanas en llegar e, incluso entonces, pueden incluir cierta ambigüedad”.
En este sentido, Patrícia Plaja, experta en comunicación de crisis, institucional y empresarial, asegura que es tan importante “explicar lo que se sabe como lo que no con la misma transparencia”. Dice que si unos datos no se tienen, es importante trasladar los motivos para que la población pueda entenderlos.
Guillem Suau, profesor de la Universitat de Lleida e investigador en el ámbito de la comunicación institucional y de emergencias, añade que, entre las comprobaciones, primero se tienen que establecer canales para recoger las denuncias, registrar todas las personas, e incluso “hacer pruebas de ADN” porque si se localiza un cuerpo se pueda comprobar su identidad.
Alexander añade que ha estudiado la relación entre la percepción del riesgo y las acciones, incluido el efecto de la información oficial sobre el comportamiento público, y que “se trata de un problema complejo”. Afirma que “tiene que haber una relación de confianza entre las autoridades y los ciudadanos, de forma que se crea más fácilmente la información oficial”. Para Plaja esta confianza se puede construir, por ejemplo, a través de “ser sinceros desde el primer momento”, y a través “de un portavoz que transmita esta confianza”.
Alexander también reconoce un “problema particular, urgente y sin resolver sobre como tratar con las redes sociales. Las teorías de la conspiración, las acusaciones infundadas, la información falsa y las imágenes alteradas forman parte del lado oscuro de Internet en los desastres”. Ante la problemática, expone que “el único antídoto es una campaña sostenida de información creíble y genuina al público”. Por otro lado, Suau añade que lo que nunca se puede hacer es “no comunicar”.
“Las instituciones tienen la obligación de comunicar únicamente información verificada y contrastada, ahora bien, el que tampoco puedes hacer es no comunicar. Aquí el que es muy importante es, cuando todavía no tenso el dato, explicar en la población como se está haciendo el proceso, como se está avanzando”, remarca el experto.
Si no se puede ofrecer una cifra del total de desaparecidos, continúa Suau, también puede ser útil explicar cuándo se podrá dar, porque si no hay información “se alimenta la rumorología”. Coincide Plaja que afirma que “cuando dejas que crezca tantísimo” el contexto de desinformación, “cuando sales, por mucho que hagas bien, ya no se cree”.
Bonaire, ejemplo de desinformación sobre víctimas
Un caso claro del efecto de la desinformación alrededor de estos datos es el del parking del centro comercial Bonaire, en Aldaia, una localidad del área metropolitana de València. Quedó inundado y arrasado por las riadas derivadas del impacto de la DANA. Publicaciones en las redes sociales afirmaban que el parking era “un cementerio”, pero eran especulaciones que quedaron desmentidas cuando los equipos de emergencias acabaron las operaciones de rescate el pasado 5 de noviembre, y afirmaron que no había víctimas en el parking.
Sobre este caso, Plaja apunta que quizás “no se ha dado una explicación clara” sobre por qué no se daban datos y “esto solo alienta las teorías”.