Tres mitos sobre sexualidad
¿Qué se ha dicho? Que la regla no afecta a la seguridad de las relaciones, …
¿Qué se ha dicho?
Que la regla no afecta a la seguridad de las relaciones, que existen dos tipos de orgasmos femeninos y que si la mujer no sangra la primera vez que tiene relaciones sexuales es porque no es virgen.
¿Qué sabemos?
La regla sí que puede afectar a la seguridad de las relaciones, siempre y cuando estas se lleven a cabo sin protección, no tienen ningún sentido hablar de orgasmos clitorianos o vaginales, ya que no hay un único tipo de orgasmo, y las mujeres no tienen por qué sangrar la primera vez que experimentan una penetración.
Muchos de los problemas sexuales que experimentan las parejas son debidos a creencias erróneas y desinformación en torno a la sexualidad. Estas convicciones se han ido convirtiendo a lo largo de los años en falacias generalizadas y, todavía hoy, circulan muchos mitos y preguntas sin respuesta, como qué riesgos comporta practicar sexo sin protección o qué tipos de orgasmos existen.
La sexualidad es un aspecto natural e inherente al ser humano que está muy presente en nuestras vidas. ¡Estos son tres de los mitos más frecuentes!
«La regla no afecta a la seguridad de mis relaciones»
Tener sexo sin preservativo durante la menstruación no es seguro por varias razones. En primer lugar, porque aunque es más difícil quedarte embarazada, no es completamente imposible. En segundo lugar, porque la sangre menstrual puede convertirse en un medio de contagio de infecciones de transmisión sexual (ITS) si la persona que menstrua está infectada, tal y como explicamos aquí.
La sangre es una vía de contagio de algunas ITS como el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) o algunas hepatitis víricas. De hecho, el riesgo en las relaciones sin preservativo es una constante en otras prácticas como el sexo anal, considerada de alto riesgo de contraer o transmitir el VIH, siempre y cuando se lleve a cabo sin protección, principalmente debido a pequeñas heridas o fisuras que se pueden provocar en el ano o en el pene, y que facilitan el intercambio de fluidos como la sangre.
Lo mismo puede decirse del sexo oral, donde los cortes en boca, las llagas en los labios o las encías que sangran aumentan las posibilidades de transmitir o adquirir las ITS, “sobre todo en el caso del VIH”, especifica Mireia Alberny, especialista en medicina de familia y comunitaria y experta en ITS en la Dirección General de Planificación e Investigación en Salud del Departamento de Salud. «No utilizar barreras en el sexo oral también está relacionado con la transmisión de sífilis y gonorrea», añade la experta. Por eso, la ONG Sida Studi recomienda no cepillarse los dientes ni antes ni después del sexo oral si se llevara a cabo sin protección. Así evitamos las posibles lesiones en las encías durante el cepillado y, consecuentemente, la transmisión de estas infecciones.
«Existen dos tipos de orgasmos femeninos: vaginales y clitorianos»
El origen de este mito se remonta al año 1905, cuando Sigmund Freud, conocido como el padre del psicoanálisis, publicó los Tres Ensayos sobre la Teoría de la Sexualidad, donde describió la existencia de dos tipos de orgasmos femeninos: clitorianos y vaginales. Freud afirmó que los orgasmos clitorianos eran los que se daban durante la infancia o juventud y, por tanto, los más “inmaduros e infantiles”, mientras que los vaginales eran los que se producían en la adultez y eran, en consecuencia, los «maduros y correctos». Nada más lejos de la realidad.
“En la penetración vaginal existe una estimulación del clítoris […], ya que la fricción con la vagina también fricciona el clítoris por dentro y, por tanto, no tiene ningún sentido hablar de orgasmo clitoriano o vaginal”, sentencia en conversación con Verificat Georgina Picas, matrona y sexóloga de la Atención a la Salud Sexual y Reproductiva (ASSIR) del Hospital del Mar, en Barcelona.
«A lo largo de la historia se ha despreciado el placer de las mujeres y se ha dicho que el orgasmo correcto es el de la penetración», explica Picas. «El mito del orgasmo vaginal hace que el coito sea el máximo representante de la sexualidad», coincide en entrevista con Verificat Cristina Martínez, jefa del ASSIR de la dirección de Atención Primaria y en la Comunidad del Departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya, por quien esto evidencia que «la sexualidad siempre ha sido vista desde una perspectiva para satisfacer al hombre«. Buena muestra de ello es que el mapa completo de la anatomía del clítoris, que ilustra cómo el órgano cuenta con más de 8.000 terminaciones nerviosas, es muy reciente, ya que hasta 1998, que es cuando se publicó, el conocimiento sobre la anatomía de ese órgano era escaso.
«No existe un tipo de orgasmo«, sentencia Martínez, sino que «los orgasmos pueden sentirse en diferentes partes del cuerpo y la respuesta física varía a cada mujer». De hecho, incluso las fantasías eróticas pueden desencadenar un orgasmo en algunas personas, sin necesidad de estimulación corporal alguna. Por eso Picas, del Hospital del Mar, defiende que “el órgano más importante para las relaciones sexuales no es el clítoris, es el cerebro”. Estudios recientes han mostrado cómo la mente es clave en el deseo y el placer sexuales.
«Si la mujer no sangra la primera vez que tiene relaciones sexuales es porque no es virgen»
Este es uno de los falsos mitos más extendidos y consiste en creer que si no ha sangrado la primera vez que se practica sexo con penetración es porque la mujer ya ha tenido relaciones previamente. De hecho, este mito está tan extendido que en diversas culturas todavía hoy en día se practican diversas pruebas de virginidad, como la conocida “prueba del pañuelo”.
Martínez, del Departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya, relaciona esta creencia con «una sexualidad vivida desde la masculinidad«, ya que «la virginidad tiene el foco sobre la mujer para tener cierto control sobre lo que ha hecho». En realidad, sin embargo, «una persona puede haber llevado a cabo diversas prácticas sexuales y no haber tenido una penetración vaginal por un pene y eso no significa ser virgen«, apunta Picas, del Hospital del Mar.
Además, la idea de que durante la primera relación sexual con penetración deba producirse un sangrado tampoco es correcta. «No siempre se sangra y el sangrado no va ligado a la virginidad», apunta Martínez. Coinciden Camil Castelo-Branco y Laura Ribera, miembros del grupo de trabajo de Sexología Clínica del Hospital Clínic, en Barcelona, quienes detallan que este sangrado se ha atribuido coloquialmente a la ruptura del himen, un repliegue mucoso ubicado entre la vulva y la entrada de la vagina. Sin embargo, el sangrado “puede darse por otros motivos, como pequeñas erosiones mucosas por falta de excitación o lubricación o excesiva brusquedad en la distensión de la mucosa vaginal”. De hecho, el himen está perforado en condiciones normales, puesto que en caso de no presentar una perforación, no se podría menstruar.
Asimismo, “el himen se va rasgando poco a poco a lo largo de los años […] y esto ocurre al introducir un tampón o un dedo, por ejemplo y, a veces, no hace falta que introduzcamos nada directamente”, defiende Picas, del Hospital del Mar. “La mayoría de las personas que tienen una primera penetración probablemente tienen ya el himen perforado. No tiene una relación directa”, concluye.