Abortar no provoca más problemas de salud mental que no hacerlo
La evidencia, de hecho, dice que el aborto provoca menos trastornos de este tipo que tener una criatura no deseada
Un argumento habitual en contra de la despenalización del aborto es que interrumpir el embarazo de forma voluntaria provoca problemas de salud mental a la persona gestante. No hay evidencia de que abortar per se sea peor a escala psicológica que no hacerlo. De hecho, los estudios científicos disponibles actualmente dicen más bien lo contrario: el aborto, si se lleva a cabo en condiciones de seguridad y de forma voluntaria, es una solución que provoca menos trastornos de salud mental que dar a luz a una criatura no deseada.
"Si [la mujer] está bien acompañada, está muy segura de su decisión, tiene tiempo para pensarlo y (…) esta interrupción es respetuosa, esta mujer no tendrá secuelas", apunta a Verificat Cristina Cruz, miembro del Grupo de Trabajo de Psicología Perinatal del Colegio Oficial de Psicología de Catalunya (COPC). Serán importantes también los factores que rodean este aborto.
Los estudios apuntan en una dirección clara
El pasado junio, una sentencia del Tribunal Supremo derogó en Estados Unidos el derecho constitucional al aborto, que llevaba casi más de medio siglo (desde 1973) legalizado. A raíz de este evento, la Asociación de Psicología Americana (APA) publicó una recopilación de artículos para analizar la relación entre los abortos y la salud mental. “Más de 50 años de investigación psicológica internacional muestran que el aborto no está relacionado con problemas de salud mental, pero restringir el acceso a abortos seguros y legales sí causa daños”, reza su web, enfatizando que aquellas personas a quienes se les niega un aborto tienen peor salud física y mental y problemas económicos de forma más frecuente que las personas a las que se permite realizar esta práctica.
Un artículo publicado en 2018 llegaba a estas mismas conclusiones y destacaba que denegar un aborto deseado a alguien se asoció con un aumento de los síntomas de ansiedad y una baja autoestima una semana después de la negación. El artículo forma parte del estudio Turnaway, llevado a cabo por la Universidad de California en San Francisco (UCSF), en Estados Unidos, que examinaba los efectos del embarazo no deseado.
En el marco de este estudio, otro artículo recoge un seguimiento de un millar de mujeres que abortaron de forma voluntaria, pertenecientes a 21 estados distintos, durante cinco años. La conclusión es clara: "Más del 97% de las estudiadas dijeron que abortar era la decisión correcta" y, de hecho, el alivio era la emoción percibida de forma más frecuente después del aborto.
Abortar no implica necesariamente problemas de salud mental
"El mejor predictor de la salud mental de una mujer después de un aborto es su salud mental antes del aborto", explicaba a la APA Nancy Felipe Russo, profesora de psicología y estudios de mujeres en la Universidad Estatal de Arizona. Coincide con ella Sandra García Lumbreras, jefa de la unidad de Psicología de Dexeus Mujer, un centro especializado en la salud obstétrica, ginecológica y medicina de la reproducción, que asegura a Verificat que la salud mental anterior al evento será fundamental para la evolución de cada caso.
"Si es una decisión de la persona y es una decisión madurada, (…) lo integran bastante bien", indica García, ya que quizá "este no era el mejor momento" para la persona embarazada.
La importancia del acompañamiento psicológico
El impacto de una interrupción voluntaria del embarazo (IVE) no dependerá tanto de la intervención en sí, sino de todos los factores que rodean al proceso: la agencia de verificación Maldita.es elaboró en 2021 un artículo donde precisamente explicaba que la experiencia de las mujeres y el impacto psicológico de esta sí que se verán condicionados por factores como el acceso a la interrupción (facilidad de acceder al procedimiento), los tiempos de espera, el tratamiento por parte del sistema sanitario o el grado de información que se facilite.
Cruz, la experta del Colegio de Psicología, destaca, en conversación con Verificat, la importancia de que el proceso se lleve a cabo desde el respeto. “Si [la persona embarazada] siente que la han tratado bien, no debe haber ningún problema. Pero a veces sienten que las cuestionan, o que no ha sido un trato tan respetuoso”.
Por tanto, el hecho de abortar en sí no tiene por qué desencadenar problemas de salud mental, pero las condiciones y el contexto en el que se lleve a cabo este procedimiento sí que podrán influir de manera determinante en la percepción de la persona en cuestión. Además, tal y como coinciden las expertas consultadas por Verificat y la literatura disponible, una buena comprensión y comunicación del procedimiento ayudarán a gestionar mejor el proceso.
¿Qué ocurre si se deniega un aborto?
En este caso, la evidencia dice que las mujeres a las que se denegó el aborto —situación que, en España, puede darse, por ejemplo, si el embarazo tiene más de 22 semanas y no existe otra condición agravante — reportaron más síntomas de ansiedad y estrés, una peor autoestima y menor satisfacción con la vida que las que llegaron a abortar. De hecho, el estudio que realizó el hallazgo, publicado en JAMA Psychiatry, encontró diferencias que sugerían un peor estado de salud entre las personas que se vieron obligadas a continuar con el embarazo. El estudio, sin embargo, no ofrece información sobre la situación de las mujeres antes de este evento.
La APA explica que las madres no son las únicas perjudicadas por la situación. "Otros estudios muestran que los niños nacidos en estas circunstancias se enfrentan a una serie de problemas de salud social, emocional y mental que continúan hasta la edad adulta", apunta el organismo, que hace referencia a un estudio de la revista Reproductive Health Matters y otro del American Journal of Psychiatry.
El aborto en España
En España, el aborto es legal y se rige por la Ley Orgánica 2/2010 de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, que entró en vigor el 5 de julio de 2010 y la última modificación de la que data es de septiembre de 2015. Según esta ley, si se produce un embarazo no deseado y la persona embarazada quiere interrumpirlo, puedes hacerlo hasta la semana 14; este plazo se amplía hasta la semana 22 si el embarazo supone un riesgo para la vida o la salud de la embarazada, o si existe riesgo de anomalías graves en el feto.