Desmontamos cuatro mitos sobre quemaduras solares
Lo más importante será evitar las quemaduras, más que tratarlas, puesto que son el factor de riesgo más importante para el desarrollo del melanoma
Todos sabemos que el sol puede ser perjudicial para nuestra piel si lo tomamos en exceso, pero hay una serie de mitos que no están tan claros. Los repasamos.
De entrada, Aram Boada, responsable de la Unidad de Melanoma y Lesiones Pigmentarias del Hospital Germans Trias i Pujol, recalca a Verificat que lo importante no es explicar cómo tratar las quemaduras, sino evitarlas: “Lo que tenemos que hacer es que no se produzcan”, ya que “las quemaduras solares […] son el factor de riesgo modificable más importante para el desarrollo del melanoma, que es el cáncer de piel más agresivo”. El experto señala que el melanoma se relaciona, sobre todo, "con gente que ha realizado exposiciones solares intensas intermitentes", es decir, personas que han sufrido quemaduras solares.
En un día nublado también puedes quemarte con el sol
"Si está nublado, no te quemarás". ¿Alguna vez lo has oído? Pues es una afirmación falsa, tal y como apunta el Consejo del Cáncer del Reino Unido. Esto se debe a que “el daño solar es causado por la radiación ultravioleta (UV) –una forma de energía producida por el sol–, no por la temperatura” y, por tanto, un día tapado en verano puede tener niveles de UV similares a un día cálido y soleado. Además, en invierno también podemos quemarnos ya que, aunque la radiación UV es más baja que el resto del año, los rayos UV también llegan a la superficie terrestre. Se debe tener especial cuidado a gran altitud y en superficies reflectantes como la nieve, ya que, como indica la Fundación para el cáncer de piel de Estados Unidos, esta puede reflejar hasta un 90% de la luz UV del sol, de modo que los rayos afectan dos veces.
Aram Boada confirma a Verificat que, en un día nublado, “acabaremos quemándonos igual si estamos el tiempo suficiente” expuestos al sol, ya que el 90% de los rayos pueden atravesar las nubes y llegar a nuestra piel. Renita Ahluwalia, dermatóloga de la Asociación Canadiense de Dermatología, añade en un correo a Verificat que, por tanto, "es importante llevar crema solar los 365 días al año" porque nos podemos quemar aunque el cielo esté nublado.
El Consejo del Cáncer del Reino Unido añade que “la radiación UV puede penetrar en algunas nubes e incluso puede ser más intensa debido al reflejo de las nubes”, en un fenómeno conocido como scattering, un cambio en la dirección del movimiento de una partícula a causa del choque con otra partícula.
Las personas de piel negra se queman menos
Un estudio de 2012 de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos llevado a cabo en adultos estadounidenses de entre 18-29 años mostró que, en los años analizados (2000, 2005 y 2010) , la prevalencia de quemaduras solares fue más alta entre las personas de piel blanca que negra. De hecho, en 2010 el 66% de mujeres y el 65% de hombres de piel blanca sufrieron alguna quemadura, frente al 13% de mujeres y el 9% de hombres de piel negra. Es decir, aunque el riesgo es menor, también existe. Los datos salen de los resultados de la Encuesta Nacional de Salud (NHIS) de distintos años.
A la hora de tomar el sol, es importante distinguir los 6 fototipos de piel existentes (basados en la capacidad de la piel para responder a la radiación UV), ya que, como indica Boada, “el fototipo también determina la facilidad para broncear y quemarnos”. La incidencia de cáncer de piel cambia según la etnia.
"Las personas con piel oscura tienen una mayor cantidad de pigmento de la piel, la melanina, que es responsable de la absorción de los UV", explica a Verificat Mariana Blagojevic, coordinadora de grupos de trabajo de la Academia Europea de Dermatología y Venereología . "Como consecuencia, toleran mejor la exposición a los rayos UV y son menos propensos a las quemaduras solares", añade la experta. Renita Ahluwalia sostiene que, sin embargo, "las personas con piel oscura pueden sufrir quemaduras solares", aunque sea "menos probable que alguien con piel clara".
Además, aunque las personas de piel negra tienen menos probabilidades de padecer cáncer de piel, es mucho más probable que este sea mortal a causa del retraso en la detección o presentación, según apunta un artículo publicado en 2016 que trata sobre factores de riesgo y prevención del cáncer de piel en personas negras. Coincide con este resultado otro artículo, también de 2016, sobre desigualdades raciales en la supervivencia del melanoma, que añade que “se necesita más énfasis para el cribado y la concienciación del melanoma en poblaciones no blancas para mejorar los resultados de supervivencia”.
Dentro del agua también te quemas
El agua refleja la luz solar y aumenta la cantidad de radiación UV que se recibe, tal y como indica la Sociedad Americana del Cáncer. Esto significa que la radiación UV llega directamente del sol, e indirectamente a través de esta reflexión, y por tanto, es más fácil quemarse en el agua que en el exterior.
Los rayos UV también llegan debajo de la superficie del líquido, por lo que te puedes quemar aunque estés dentro del agua. De hecho, la luz solar alcanza unos 1.000 metros de profundidad en el océano, aunque raramente hay luz significativa más allá de los 200 metros, según explica la Administración Nacional de los Océanos y la Atmósfera de Estados Unidos, que también sostiene que, por eso, "una buena protección solar es esencial". Además, está demostrado que en la mayoría de aguas, a una profundidad de 50-70 m, todavía llega aproximadamente un 10% de la radiación UV superficial, según indica un artículo publicado en la Revista de Investigación Geofísica: Océanos.
Aram Boada coincide e indica que, para no quemarnos, "debería no llegar radiación solar dentro del agua y, por tanto, no debería haber luz", es decir, deberíamos estar a mucha profundidad. Renita Ahluwalia añade que "la reflexión de los rayos solares en el agua puede provocar quemaduras graves".
Es mejor broncearse sin quemarse
Si bien es cierto que después de quemarnos podemos notarnos más bronceados, sufrir una quemadura solar es muy perjudicial para nuestra piel, ya que puede originar daños al material genético (DNA) de las células que aumentan el riesgo de cáncer de piel, según detalla la Fundación de Cáncer de Piel estadounidense. Y además, sin el rojo también nos bronceamos, pero sin exponer nuestra piel a una agresión tan brusca.
El bronceado es una reacción de protección de nuestro organismo cuando detecta una agresión a la epidermis —la capa más superficial de nuestra piel— producida por los rayos UV, como señala el servicio de dermatología del Hospital Clínic (página 17). Según el mismo documento, cuando nos ponemos al sol, los melanocitos fabrican melanina —el pigmento que da color a nuestra piel, ojos y cabello— para generar una barrera oscura que dificulta el paso del sol y, en consecuencia, nuestra piel se broncea. Sin embargo, como ya hemos mencionado, es importante recordar que el bronceado aparece en respuesta a una agresión.
En cambio, el “rojo” es uno de los síntomas de una quemadura: nos indica que nos hemos expuesto de forma inadecuada o excesiva al sol y que las células de nuestra piel se han destruido.
Cuando nos quemamos, la agresión se acumula de forma irreversible en nuestra piel, generando fotoenvejecimiento —el envejecimiento causado por la luz del sol— y favoreciendo el desarrollo de cáncer de piel, asegura a Verificat María Cristina Galván, dermatóloga y profesora de Medicina de la Universidad Rey Juan Carlos. "El bronceado también supone un daño, pero si no ha habido rojo, las estructuras cutáneas no han sufrido una destrucción tan brusca", argumenta la experta. Se podría decir, pues, que "son fenómenos generados por el mismo estímulo" [la exposición solar] y que la quemadura es más precoz que el bronceado, pero "en ningún caso son fenómenos consecutivos", concluye.